Estoy cansado

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-Quejicus, por favor. Solo fue una broma. No era necesario llamar a Mcgonagall y menos a Dumbledore por unas simples cortadas.

-Me enviaste a la enfermería por dos días.- Dijo Severus, sin levantar la voz, casi aburrido de la conversación de la cual fue obligado a tener en los pasillos de Hogwart.

-Bueno, eso es culpa tuya, no debiste usar magia para quitarte las algas acuáticas, ellas son muy resentidas cuando se les lanza cualquier especie de conjuro. Eso fue tu error, dile, James.

Sirius miró a su mejor amigo para tener el apoyo que sabía su amigo le daría.

Pero, por primera vez, se equivocó.

-Creo-creo que la profesora Mcgonagall fue muy suave con nuestro castigo, Canuto. Quejicus iba a impartir su primera clase de pociones a los de primer año y no lo hizo por nuestra culpa.

-No lo hizo porque es un llorón, James.- Dijo su amigo con resentimiento y traición en su voz. -Debes recordar que este imbecil también metió en problemas a Remus y él no tuvo nada que ver en la broma, pero como el tonto es muy bueno para su propio bien, decidió callarse y recibir también el castigo.

-No me importa si Lupin tuvo o no algo que ver. Él sabía de todo el asunto, y en mi opinión, es igual de culpable que ustedes.

-Pagarás muy caro el haber metido a Remus en problemas, infeliz come pollas.

-¡Sirius!- Dijo James, tratando de calmar su estado de ánimo. Pero no podía hacer nada. Sabía que Remus había aceptado ese castigo del cual no tenía la culpa. Pero luego de esa broma, particularmente pesada, Remus no volvió a hablarle a Sirius y eso tenía colérico al mayor de los Black.

Ya habían pasado cuatro días y Remus aún no le hablaba a Sirius. Causando que Sirius desatara todo su dolor y rabia contra Snape.

Lo que ambos amigos no sabían es que Remus se disculpó muchas veces con Severus, pero la serpiente lo ignoró magistralmente.

-No tengo tiempo y energía para escuchar sus peleas de quien me tiró más mierda. Si no tienen nada mejor que hacer, les recomiendo que estudien para pociones. Ambos van fatal y la profesora, esta vez, no se va a tragar el cuento de que el búho del pulgoso de Sirius arruinó su tarea y no les dará otra extensión para entregar el informe.

-¿Por qué no se lo volvería a creer? Fui muy convincente.- Dijo el Black.

-Porque yo me encargué que supiera que cada una de tus palabras eran una gran mentira.- Dijo cínicamente, Snape.

Sirius se abalanzó sobre él, pero fue tomado, en el último segundo, por James.

-Cálmate, canuto. Ya pensaremos en una forma de vengarnos del grasiento éste. Típico de una serpiente rastrera: arruinarle todo a un León.- Dijo James con odio.

-Típico de un un León.- Exclamó Snape, imitando con dramatismo la voz de Potter. -Ser un inútil en todo lo que se proponga, dejando a las serpientes por encima de ellos, como siempre ha sido y siempre será.- Dijo jactancioso.

-Esto no se va a quedar así, asqueroso mestizo. Cuídate la espalda, porque no sabrás cuándo un lobo feroz te destrozará y nunca lo verás venir.

El heredero Black se fue, echando espuma por todos lados, pisando fuerte y gritando a cualquier pobre alma inocente que se cruzara en su camino. Dejando a James y a Severus solos en la esquina de un pasillo.

James, cuando notó que su amigo había doblado el pasillo para ir a Merlín sabe dónde (seguramente a volver a disculparse con Remus y suplicar que volviera a hablarle), se acercó a Severus lentamente y en un segundo de descuido, lo inmovilizó contra la pared.

Mintiéndo por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora