El sonido de mi despertador me hizo abrir mis ojos y con desgana me levanté para apagarlo. Me recogí mi pelo castaño en un moño mal hecho y corrí a desayunar. Nadie me podría hablar antes de tomarme mi café mañanero, jiji.
Cuando terminé, me puse lo primero que encontré en el armario: unos leggings y la sudadera que me había dado Juan, mi súper-mejor amigo del alma.
Llevábamos siendo amigos como dos semanas, pero habíamos conectado, ¿sabes? Es que no lo he explicado, pero yo no soy como las demás chicas. Soy especial. Me gustan los videojuegos y los deportes. Se podría decir que soy una más de los chicos, jeje. 😜Me fijé en la hora y me di cuenta de que iba a llegar tarde al insti así que cogí mi mochila lo más rápido que pude y me fui pitando de casa. Al llegar a clase, la profesora todavía no había llegado, así que procedí a ir a sentarme al lado de Juan, pero cuando ya me estaba aproximando a la parte de atrás de la clase, mis orbes azules se encontraron con los de una chica, demasiado maquillada, que estaba hablando con Juan. MI Juan.
Llevaba un vestido horroroso de color azul con unos calentadores blancos. A conjunto con sus converse, llevaba un bolso negro de tela. Sus feos pendientes, también azules, resaltaban entre su pelo rubio teñido. No me podía creer que una Barbie de pacotilla estuviera hablando con Juan, ¿cómo se atrevía?
Esto no puede ser.