3 - No puede.

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El chico con el vidrio en la mano giró el cuerpo de Noah, quedando a espaldas de él. Bajó el cuchillo con fuerza, y cortó la soga que amarraba las manos de Noah, cortando con más cuidado la soga de sus piernas.

— ¡¿Santi?! ¡¿Qué hacés?!

— No me jodas, Tomás. Este chabón no se puede morir.

— Pero… ¿Te drogaste o qué onda? ¡Siempre matas a todos los que entran sin permiso! ¡¿Por qué él es la excepción?!

— Qué pingo te importa.

Noah miraba la situación extrañado, ¿será que Noah era un chico especial, y lo iban a reclutar para ofrecerle un rango algo y trabajar al lado de… "Santi"? No. Solo ocurría en sus pensamientos, Noah es demasiado imaginador.

— 'Cúchame, chabón con pinta de yankee. Vas a agarrar, de dónde viniste, y vas a salir rajando de acá. Si no voy a cambiar de opinión y te vas a comer este vidrio. — amenazó, mientras quitaba la mordaza de su boca.

— ¡Para! ¡B-bancame un toque! ¡Yo vine acá para saber dónde estoy, no sé qué es esto, no sé que pasa! ¡Yo solo quiero volver a mi casa! — Noah rogó.

— Uh pero vos sos tremendo gil, ¿no? — preguntó Santi — ¿No viste el tremendo cartel que había antes de que entres? ¿O sos ciego?

— Nunca escuché de este barrio en mi vida…

— Uh, pero vos sos otra cosa. —Santi sacó unas nuevas sogas de su bolsillo, atando sus manos, nuevamente.

— ¡P-pará! ¡Me voy a ir, me voy! ¡No me hagas nada!

— Callate. — Santi puso de nuevo la misma mordaza de antes. Se acercó a su oído y susurró:— Mirá, te voy a ayudar. Pero te quedas calladito, si no querés comer vidrio.

Noah asintió, con sus ojos llorosos.

— Che Tomás. Ya vuelvo, este gil me colmó la paciencia. — dijo, poniendo los ojos en blanco.

— ¡Ah! ¡Bueno, dale! ¡Te espero! — anunció, con cierta emoción notable en su voz.

Por parte de Noah, se espantó como de un momento a otro Santi pasó de querer ayudarlo a matarlo. Sus lágrimas aumentaron.

— Uh chabón. No seas cagón, era joda. Para que aquel gil se la crea y no haga nada.

Noah se alivió, calmandose un poco.

— Ahora, te voy a sacar la mordaza, pero más vale que hables bajito, por está parte no pasa nadie, pero igual te llegan a escuchar… — sin cuidado alguno, quitó la mordaza que traía Noah. Noah sintió un poco de dolor, pero al recordar que su vida estaba entre la vida y la muerte, se le pasó.

— ¡G-gracias! No sé por qué hiciste eso… Yo… solo quiero volver a casa, y-y… que me hayan atrapado de esa manera… Fue raro. Porque yo solo quería ayuda, y se supone que cuando pides ayuda no te golpean y tampoco tratan de matarte, ¿viste? Pero… — Noah se calló apenas sintió la mirada fulminante de Santi.

— Vos hablas mucho ¿no? — dijo mientras lo miraba mal.

— Perdón, es solo que estoy asustado. — Noah recibió una palmada en su hombro levemente muy fuerte de parte de Santi.

— ¡Cálmate, chabón! Ya estás fuera de tu peligro, yendo para tu casa yankee.

— Che, no soy un yankee.

— ¿Cómo que no? Sos rubio, blanco, ojos marrones claros.

— ¡Algunos de Argentina también son rubios, blancos y tienen otro tipo de colores de ojos!

— No sé eh.

Noah suspiró, como si todo el tiempo le dijeran eso.

— Debe ser porque mi bisabuelo era británico, se casó con una señora de Estados Unidos. Pero mi bisabuelo falleció sin poder conocer a mi abuela, luego se casó con un señor de aquí, que es mi abuelo. Y de ahí nació mi mamá, que se casó con mi papá y…

— Si ajá, tus raíces son muy variadas.

— Y el bisabuelo de mi papá era Brazilero.

— Ah, pero vos sos muy variado.

— Si, la verdad sí. — Noah cambió su mirada a una pensativa, dándose cuenta que en sus raíces familiares hay Portugueses, Británicos, Españoles, Italianos, Brazileros, Estado Unidenses. Incluso gente de la India.

— Boe. Más importante, ¿a dónde tenés que ir?

— A la universidad. Pero… como nunca pasé por acá, no me guío, entonces… necesito que alguien me acompañe. ¡N-no es una insinuación! Si no querés, no hace falta que me acompañes.

Santi miró mal a Noah, pensando en las "raras" costumbres que este tenía. Parecía que actuara como si estuviese en una serie cliché de Estados Unidos.

— Te voy a acompañar porque me das pena, cabeza de mayonesa.

— ¡Che! ¡Mis padres no estuvieron 9 meses pensando en un nombre para que me llames cabeza de mayonesa o chabón!

— Uhh bueno. Discúlpame. — dijo con sarcasmo.

— Me llamo Noah. ¡Noah! — recalcó — Vos sos Santiago, ¿no?

— Que nombre de yankee que tenés. Y no me digas Santiago, decime solo Santi.

— Bueno… Santi. — estrechó su mano, para formar una corta alianza que duraría lo que sobraba del camino para que Noah llegue a su casa.

Santi y Noah acababan de realizar un trato.

Santi acompañaría a Noah hasta su casa, y Noah no volvería a aparecer en el barrio Gólpez.

Capaz que no vuelven a cruzarse, capaz un día cuando Noah sea viejo, sus nietos le pidan que le cuenten su día más loco, y el recordaría este al instante.

En cambio, Santi… Santi no tiene mucha de pinta de pasar de los 20.

Pero el destino te hace dar giros, demasiados giros.

°•°

No bueno, siento que este cap estuvo medio medio.
Ahora tengo más tiempo que antes, por suerte. Así que tal vez el próximo cap sea mucho más que 500 palabras. De igual manera, no sé cada cuando actualizaré.
Eso sí. No me voy a permitir que pasen 5 días después de una última actualización.
Hoy no tengo mucho que decir así qué. Cuídense, tomen agua, coman, no sé. Chau

Lo que ví en tí • (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora