Sangre En El Mar - Haikaveh

Capítulo 5: Teoría del sufrimiento

Tras el naufragio, Alhaitham regresaba a menudo a la costa.

Se sentaba con un libro entre las manos, con las palabras ahogadas por el sonido de las olas y el recuerdo de una canción resonando en su cabeza. Su mirada se desviaba lentamente hacia arriba, lejos de la página y hacia el océano.

Incluso cuando se reprendía a sí mismo, exigiendo que regresara al palacio y abandonara su pobre excusa para leer, Alhaitham permanecía con la mirada fija durante largos periodos de tiempo. Como si esperara que ocurriera algo.

Esperanza. Se dio cuenta. Incluso después de que Alhaitham se hubiera resignado a no buscar a su salvador, incluso cuando buscar libros con la palabra sirena en ellos le hacía sentirse estúpido, Alhaitham, sin saberlo, se había aferrado todo el tiempo a una pequeña semblanza de esperanza. Entonces, un día, un desconocido rubio tropezó con sus pies, llamando la atención de Alhaitham y desviando por fin su atención del mar.

Alhaitham no esperaba encontrarse aquí de nuevo, mirando el agua y esperando un milagro. Se aferró desesperadamente a la capa roja de Kaveh, mientras se aferraba a ese pequeño retazo de esperanza.

Kaveh era una sirena. De eso, Alhaitham estaba convencido. Tal vez Kaveh simplemente se había cansado de la actitud de Alhaitham y había decidido volver a casa. Alhaitham no le culparía. Seguramente, una sirena no podría ahogarse...

...Alhaitham necesitaba urgentemente dejar de pensar en Kaveh ahogándose si quería permanecer cuerdo de alguna manera.

"Pobre alma desafortunada..." Una voz cantarina llamó a Alhaitham.

Una figura emergió lentamente del agua; la diadema de su cabeza parecía infectar el aire que la rodeaba con un enfermizo resplandor verde. Una oleada de repulsión invadió a Alhaitham.

Sabía con certeza que Kaveh no era humano, pero Alhaitham nunca podría comparar a esta criatura con Kaveh de ninguna manera. No con esos ojos desalmados y esa sonrisa inquietante que parecía más una muestra de dientes que una expresión de emoción alguna. Si se trataba de una sirena, entonces era del tipo del que advertían todos esos mitos sombríos.

"Podía sentir tu desesperación llamándome desde las profundidades del océano". Las palabras de la criatura llenaron de inquietud a Alhaitham. "Es maravilloso conocerte por fin, Alhaitham. Realmente eres la viva imagen de Deshret".

"...¿Conociste a mi padre?" Los ojos de Alhaitham se entrecerraron con desconfianza. Al parecer, Kaveh no era el primer habitante del mar que caminaba entre los humanos.

"Oh, sí. El rey Deshret era un hombre brillante". Elogió la criatura. "Hace años, pasé mucho tiempo en Sumeru, buscando eruditos con los que discutir mis teorías. Tu padre y yo tuvimos conversaciones fascinantes. Creo que fue entonces cuando propuse la teoría de que el conocimiento era la fuente de todo sufrimiento. ¿Cómo iba a saber que el rey Deshret se lo tomaría tan en serio?". La criatura se encogió de hombros. "Aunque debo admitir que la purga fue un experimento muy interesante".

"¿Experimento?" repitió Alhaitham entumecido.

"En efecto, ¡logró refutar mi teoría! Como tu padre restringió el acceso al conocimiento, sólo hubo un aumento significativo del sufrimiento". Afirmó la criatura. "Si lo ves así, la purga fue extremadamente exitosa. Eres un erudito, ¿verdad? Sé que lo entiendes".

Los nudillos de Alhaitham se pusieron blancos mientras se aferraba a la capa de Kaveh. Alhaitham no tenía ninguna duda de que la criatura que tenía delante era extremadamente peligrosa. Incluso su padre, a quien Alhaitham había considerado el hombre más sabio de todo Sumeru, había caído presa de su influencia. Su pueblo había sufrido por aquel error. Alhaitham no podía permitir que la historia se repitiera.