O4 ; El problema

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— ¿Por qué invitaste a Somi a nuestra cita? —preguntó el rubio con los brazos cruzados.

— Se estaba sintiendo mal por algo que me dijo y no quería dejarla así —explicó.

Lo que Jake decía era cierto, pues después de que él se fuera a su oficina dejando a Somi, ella lo siguió y trató de parecer arrepentida por los comentarios que le había hecho, inclusive lloró para que el pelinegro le creyera y pues le resultó, logrando que incluso la invitara a su cita de cada viernes con Sunghoon.

— No creí que te molestaría —volvió a hablar Jake en vista de que el castaño no quería responder— Ella es nueva en el trabajo y casi no tiene amigos ahí, entiéndeme por favor.

— Se supone que ella va a trabajar no a hacer amigos, y dudo mucho que ella te vea como un simple amigo Jake.

— ¿Qué quieres decir?

— Le gustas, durante toda la noche estuvo coqueteando contigo y tú no hacías nada, es más hasta le seguías la corriente mientras yo tenía que soportar todo eso, no es justo —reclamó Sunghoon con los ojos volviendo a humedecerse— ¿Cómo te sentirías tú, si yo hago lo mismo con alguien que conocí hace nada?

El pelinegro soltó aire y tiró su cabeza para atrás un poco abrumado por las cosas que le decía su novio, es que los celos era algo con lo que nunca tuvo que lidiar desde que inició su relación con Sunghoon y por su parte él tampoco era celoso pues el castaño jamás le dio motivos, siempre hubo mucha confianza pero ahora todo parecía romperse.

— Pensaría que te llevabas muy bien con esa persona —dijo acercándose a Sunghoon y acunando su carita entre sus grandes manos— Lo siento si te causo malestar, juro que esa no era mi intención, pingüinito, solo quería ser amable con ella.

Sunghoon se pegó mucho más a Jake y lo abrazó escondiendo su cabeza en el cuello de su novio.

— Prométeme que tratarás de mantenerte alejado de ella —pidió.

— Está bien amor, te lo prometo aunque será un tanto difícil ya que la asignaron para que sea mi compañera de edición.

— Okey, pero fuera de eso no mantengas contacto con Somi ¿sí?

El pelinegro rio por la actitud un tanto infantil de Sunghoon pero no le molestaba, al contrario le gustaba que actuara protector con él.

— Eres tan caprichoso amor —dijo mientras alzaba en brazos a Sunghoon y este enrollaba sus piernas alrededor de sus caderas— ¿Ahora que quiere mi precioso novio?

— Que te quedes a dormir conmigo.

— Entonces eso haré.

Ambos se pusieron sus pijamas, porque claro que Jake tenía ropa de él en la casa de Sunghoon y viceversa, así cuando les apeteciera pasar la noche juntos ya no tenían que perder tiempo volviendo a sus casas para sacar ropa.

Se acostaron en cucharita y ambos durmieron en paz mientras oían las respiraciones del contrario.

ººº

Al día siguiente el pelinegro fue el primero en despertar, aún seguía en la misma posición en la que se quedó dormido ayer, así que con cuidado de no despertar a Sunghoon se levantó de la cama y se fue a la cocina para preparar el desayuno, hizo unos huevos revueltos con espinaca los cuales acompañó con un poco de fresas y café. Poniendo todo en una bandeja volvió a la habitación de Sunghoon y al ver que su chico aún no despertaba se dispuso a dejar pequeños besitos en el rostro del menor para que se levantara.

— Amor —comenzó a darle ligeros toques en el cuerpo— Ya son casi las 10 de la mañana, debemos desayunar.

El castaño se removió en la cama y poco a poco abrió sus ojos viendo a Jake frente a él y muy complacido por la vista sonrió.

— Buenos días Jake —dijo y miró la bandeja en su mesita de noche— Eso se ve muy delicioso.

— Comamos entonces —Jake dejó un último beso en la cabeza de su novio y le alcanzó la bandeja.

Ambos se acomodaron sobre la cama y comenzaron a comer, cuando terminaron fue el castaño quien se encargó de lavar todo para luego volver a la cama con Jake, pues él ya estaba de vacaciones y ya que era sábado Jake no iba a trabajar así que podían pasar todo hoy y mañana juntos.

Después de cepillarse los dientes el pelinegro propuso que fueran a dar un paseo a lo que el castaño muy gustoso aceptó.

Así pasaron el día, divirtiéndose y siendo ellos mismos, lastima que la felicidad no era eterna y la de ellos no sería la excepción, de eso se encargaría una rubia que ahora estaba escondida detrás de un roble viendo a Sunghoon y a Jake agarrados de la mano mientras entraban a la casa del menor.

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