Capítulo 5

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Checo

Me las arreglé para convencerme de que esa tarde en la prisión nunca sucedió.

La evasión es una droga poderosa.

Con Max y Charles fuera de la vista, podía levantarme cada mañana, ir a mi trabajo, cenar, ver la televisión. Todas las cosas normales. Puede que vinieran a mí a última hora de la noche en mis sueños, pero durante el día podía negar lo mucho que minaron mi fuerza de voluntad en aquella celda. Cómo sus manos callosas en mi piel se sentían como una oración respondida. Nunca me sentí satisfecho. Ni un solo segundo en mi vida. Hasta ellos.

Hasta que convergieron en mí y nos absorbimos mutuamente. Nos convertimos en uno.

Así que obviamente estoy loco.

Me he perdido.

No puedo permitir que dos convictos fugados, presumiblemente peligrosos, entren en mi casa y sacien su hambre con mi cuerpo. Pero eso es exactamente lo que he hecho. No importa que la última media hora haya trascendido el tiempo y el espacio. Estoy bastante segurade haber visto el rostro de Dios en algún lugar del medio. Oí el canto de los ángeles.

Y tiene que ser la última vez. ¿Permitir que estos hombres duerman en mi cama? Eso me convierte en cómplice. Le he dado un nuevo significado a la ayuda y la instigación.

Pasé los primeros dieciséis años de mi vida de puntillas alrededor del peligro de mi padre, tratando de no quemarme. O inclinar la balanza de su temperamento. Desde entonces, he tratado de huir de él. Seguir adelante con mi vida. Pero hasta que fue encarcelado, siguió apareciendo, arrastrándome de nuevo a las arenas Sotelo, movedizas. Aterrorizándome. Haciéndome sentir pequeño e indigno. Manipulándome.

Estos hombres son de la misma clase, ¿no?

Delincuentes.

Hombres que son tan peligrosos para el público que hay que encerrarlos en una celda para evitar que cometan algún daño. Debería haber luchado más cuando la sensualidad de Max empezó a abrumarme. Debería salir a escondidas de la cama y llamar a la policía. O correr a mi coche y alejarme lo más rápido posible. Sin embargo, aquí me quedo. Absorbiendo el calor de estos dos hombres, sintiendo sus latidos contra mi cuerpo y dejándome llevar por el ritmo.

La mano de Charles se posa posesivamente en mi cadera, el pelo de su pecho me hace cosquillas en la columna.

La cara de Max está en reposo somnoliento sobre la almohada, a escasos centímetros de mi cara. Cuando está despierto, es obscenamente hermoso. Dormido, es un ángel malvado que ha sido expulsado del cielo. Probablemente por exceso de vanidad.

Una pizca de afecto por ambos hombres ni siquiera me toma por sorpresa.

No, sentí algo parecido el día del motín de la cárcel.

El hecho de que estos hombres estén en mi vida es predestinado, lo se, mi lobo lo sabe. Hay una sensación de plenitud cuando me tocan, me hablan, se hablan de mí. Es como si me hubiera despertado en una nueva tierra con un lenguaje único que, de alguna manera, tiene perfecto sentido para mis oídos. Para mi cuerpo.

Nuestros olores mezclados en la habitación me hace estar en una profunda calma.

Anoche cuando fui abrumada por sus olores por primera vez casi me desmayo, es que ni siquiera puedo explicar lo que sentí.

Oli a Max y mi omega reaccionó de forma alegre gritando.- Mi alfa.

Oli a Charles y mi omega volvió a reaccionar de la misma forma.- Nuestro otro Alfa.- volvió a gritar.

Caught by the convictsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora