CAPÍTULO 48

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Esa noche no pude dormir.                     

No pude cerrar los ojos y conciliar el sueño. Estaba tan nerviosa y tan aterrorizada que no podía dejar de pensar en lo que me esperaba. Las primeras sesiones eran primordiales para el tratamiento.                

Durante mi insomnio, recapitulé todos y cada uno de los momentos que pasé con Eunwoo… Parecía que hubiese sido mil años atrás cuando lo vi por primera vez; y al mismo tiempo, no era el tiempo suficiente como para que lo olvidara.
                 
A las tres de la mañana, me rendí. Encendí mi lámpara de noche, tomé una libreta y un bolígrafo comencé a escribir:                  

“No sé si algún día tendré el valor de mostrarte éstas líneas. Probablemente vaya a tirarlas a la basura o atesorarlas como parte de mis recuerdos…
                    
Soy una cobarde.
                    
Siempre lo he sido. Siempre he sido el tipo de persona que se jacta de comprender el valor de las pequeñas cosas, pero mi realidad siempre ha sido otra. No soy valiente. No soy fuerte. No soy decidida o racional… Ni siquiera soy madura.                   

Soy como una pequeña niñita asustada que va por la vida con cautela, rogándole a Dios que nadie llegue lo suficientemente cerca para que la lastimen.
                    
Ya no quiero ser ésta persona. Ya no quiero tener miedo. Ya no quiero callar todas las cosas que una vez quise decir y, por miedo, no dije. No quiero ser la chica que se pregunte a diario: ‘¿Qué hubiese pasado si lo hubiese dicho?’…
                  
Quiero ser como tú. Quiero ser fuerte, decidida, valiente, dedicada, atrabancada, terca y entregada. Quiero poder demostrar mi amor de la forma en la que tú lo haces. Quiero ser capaz de gritarle al mundo que te amo sin tener miedo de lo que vaya a venir después.
                   
Quiero dejar de pensar en qué nos deparará la vida porque, por más que lo piense, jamás… ¡Jamás!, voy a descubrirlo. La vida se trata de equivocarse. La vida se trata de aprender, y yo aprendí un mundo a tu lado. Aprendí de ti, lo que no aprendí de nadie.                   

Aprendí a hablar con un beso y a amar con una caricia. Aprendí a comprender cada uno de tus gestos y aprendí a amar… Y me hubiera gustado haberlo dicho más. Creí que no había necesidad de decirlo porque lo sabías. Creí que lo sabías…
                   
Quizás, sólo quizás…, si lo hubiera dicho más, habrías querido escucharme. Habrías querido saber… Habrías podido entender que te amaba demasiado como para dejar de hacerlo de la noche a la mañana…
                   
Tengo tanto miedo porque haré esto sin ti… Tengo tanto miedo porque no creo que no pueda con todo esto, y al mismo tiempo quiero ser fuerte por los dos…, por ti y por mí. Has sido fuerte por mí más tiempo del necesario.
                    
Te amo, aunque sea tarde para decirlo. Te amo, aunque no puedas escucharlo. Te amo, aunque no puedas sentirlo. Sólo, te amo, Eunwoo.”                    

~*~                   

El camino a Liverpool fue eterno. Estaba tan nerviosa que no podía hacer nada más que pensar en lo que me esperaba.
                     
Al llegar a la central de autobuses, tomé un taxi hasta el centro médico de Liverpool. El enorme edificio hizo que el estómago se me revolviera de los nervios y, por un momento, estuve a punto de vomitar.
                   
En la recepción, la enfermera tomó mis datos y me envió directo con el médico.                    

El doctor Richard era un hombre bastante agradable diferente a como lo imaginaba. Su cuerpo largo y delgado le daba un aspecto gracioso, y su cabello entrecano lo hacía parecer una especie de científico loco, lo cual me relajó.
                                                        
Me explicó la importancia de utilizar lentes después del tratamiento, para cubrir mis ojos de bacterias y suciedad; así como la importancia de no salir a la calle sin lentes de sol. Mi vista no debía estar expuesta a radiaciones solares.

AUNQUE NO PUEDA VERTE- Eunwoo y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora