Ｓｉｇｎｏｓ (𝕐𝕦𝕄𝕒𝕣𝕜)

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Maldita sea esa fiesta que instaló dudas temerosas en los dos. Bueno, no tengo que exagerar tanto, pero es cierto que desde esa noche las cosas han estado algo tensas. Camino a casa conversamos de cosas triviales, hasta que él se despidió con un seco abrazo. No tendría que pensar que las cosas hayan estado mal pero es un sentimiento pesado en mi pecho. Johnny me dijo que últimamente ha hablado muchísimo con Doyoung y eso inquieta mi mente un poco. No es que desconfíe de mi amigo, pero tampoco estoy tan tranquilo de su presencia en nuestro conflicto.

Cuando Mark me encontró con Jaehyun después del trabajo es que pude notar un atisbo de fastidio a través de su mueca que denotaba todo menos claridad hacia él. Así que supongo que los dos estábamos a mano con el tema de los celos. Pero no solo era eso, era algo más profundo que nos separaba como un velo fino pero del que no se podía ver a través. Yo no sentía nada por Jae más que un cariño inefable de amigos, algo que era diferente de mi sentir romántico a Mark.

A este punto sintiendo canciones melosas de amor su rostro se formaba en mi mente como una memoria familiar y difícil de borrar, escrita en grava. Quería que él supiera esto, que lo notará con mi simple mirar y la forma en la que buscaba perseguir sus labios, pero las palabras siempre eran necesarias para ello, y por desgracia ni él ni yo éramos buenos con ellas.

A veces simplemente al observarlo con atención es que siento ganas de llorar de abrumación, porque sentir mucho es algo en lo que siempre fuí experto, pero es inexplicable esta pesadez que me hace suspirar indefenso. Me sorprendió desde el inicio la importancia que tenían sus opiniones en mí y la complicada reacción que sentía emanar desde aquella tarde lluviosa frente al huerto de fresas. Es como si mi cuerpo entero se sintiera de goma voluble que él es capaz de manejar y moldear a su gusto.

Tal vez fue algo rápido e impredecible, pero hace tanto es que dejé de preocuparme de cosas tan triviales como esas, y lo reconozco todo con avidez.

Estoy impaciente de encontrar al menos un indicio en su rostro que lleve a una larga conversación de todo, pero siempre me retracto como un perro con la cola entre las patas. En algún punto será necesario prepararme para ello.

De todas formas, yo soy feliz, sabiendo que él está aquí.

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