Capítulo 2: Sujeto MH. Monstruos Humanos

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    Aquel hombre era la representación visual de lo que nosotros llamamos a cualquier personaje animado "Científico loco". En un mundo como éste, jamás crees encontrarte alguien así. Hombre con cabello un poco largo y descuidado. Bata blanca. Mirada que podría erizar los vellos de cualquiera. Caminata encorvada y apresurada, como si tuviera miedo de perder la idea brillante que surgía en su cabeza. Era algo escalofriante. 

  Sin embargo, la oscuridad que habitaba en mí, le emocionaba locamente lo que podía llegar a pasarme. Como si la otra Hanna, quisiera culparme por no ser, pensar o actuar como ella. Ella sí que estaba entusiasmada por los experimentos, mientras que la parte humana se comió el cuento sobre que había ingresado a las puertas del infierno.

En el poco tiempo que hablé con el doctor, jamás me pareció una persona cuerda. Con frecuencia, hablaba solo. Sus charlas consigno mismo consistían en insultos hacia sí mismo y hacia sus superiores. Se preguntaba cosas y se respondía solo. Llegaban días que se acercaba a mí y me preguntaba reiteradas veces mi nombre, pero solo una vez me dejó contestar. En los siguientes intentos me interrumpía diciendo: "No tengo tiempo para esto. Te llamas Cha Hanna". Lo mismo sucedía con mi edad, mi año de nacimiento, y mi familia. Parece que, una vez que sabe tus datos, sólo hace las preguntas matutinas como lo que son, una rutina obligatoria que cumplir para continuar con el estudio.

 Esta vez, mis manos no podían derretir las esposas ni las sogas alrededor de mi cuerpo. Song-Hwa me decía que, cuando sucedía eso con otros materiales, los comparaba con cosas cotidianas que rodeaban mi cuerpo. Como la ropa, los brazaletes, los anillos, mis zapatos. 

Llegó a la conclusión que era decisión de mí y de mi subconsciente, utilizar el ácido como medida de seguridad para derretir ciertas cosas, como los monstruos, cosas materiales, y si era necesario, las personas. Por lo que, mi sistema aún no quería activarse, o el espectro también podía estar evitándolo. Quizás, ambos esperaban pacientemente lo que vendría después.

Día con día, extrañaba más a Song-Hwa y a sus amigos. Recordaba como ese grupo de tres hombres y una mujer, me defendieron contra el resto de los miembros para que no me echaran. No existía una cantidad de vidas suficientes para devolverles a cada uno el cuidado y la protección especial que me brindaron, a pesar de estar infectada. Cada uno eran doctores de distintas especialidades, por lo que siempre se trató de protegerlos y cuidarlos excesivamente, pues tenían una función vital en el refugio. Recuerdo lo mucho que se enojó Jeong-Won, el pediatra, porque les prohibieron a los cuatro salir del refugio por provisiones. Esa, y todas las veces, fui yo junto a la hermana de Ik-Jun, Ik-Soon, quien era una soldado experimentada en la lucha.

En ese momento, me encontraba vestida con un uniforme completamente naranja. No recordaba en qué momento me vistieron. Sólo recordaba vagamente el camino hasta aquella habitación amplia, cerrada y oscura. Me colocaron un cuello de metal y unas cadenas que estaban al borde 

Dime, ¿Cómo lo haces? —escuché una voz saliendo de los parlantes. —¿Cómo lo consigues? —el científico loco, con aquella voz misteriosa que lo caracterizaba, comenzaba a hablarme desde el otro lado del ventanal. Tenía un presentimiento que él, y seguramente otros doctores, se encontraban allí. Aunque no podía verlos, pues era blindado. Como la ubicación del mismo estaba unos centímetros más bajo que el techo, no me quedó de otra que levantar mi cabeza para "mirarlos" fijamente. —Aún no he visto que te derrumbes como los demás.

—No sé de qué habla. —respondí mientras negaba suavemente la cabeza.

Tú y tus amigos tienen el control que un monstruo común no lo tiene. —me recordó a esos dos sujetos con los que pasé por el túnel.

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