Capítulo 3: El Gusano

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"Apoyó una mano en el hombro de Hyun-Su, y otra en el mío. Nos miró sonriente, y dijo: Lo harán bien, no como los otros. Siento que estamos por ver cómo nace un MH muy especial, ¿No les parece?

"Bienvenida al infierno, Hanna-Hanna" volvió a escucharse la voz del monstruo en mí. Ignoré el escalofrío que recorrió por mi espalda y mentalmente, me preparé para lo que vendría."

—Duerman bien. —volvió a pegarnos amistosamente. —Las cosas se pondrán rudas. —la forma en que nos miraba acompañaba la advertencia en sus palabras. Nos miró de pies a cabeza antes de salir completamente de la habitación donde estábamos.

Los ventanales volvieron a hacerse opacos a medida que se cerraban. Las luces se apagaron. Solo teníamos pequeños rayos de luz que venían de un pequeño foco. No era la gran cosa, solo nos servía para ver donde estaba parado el otro.

—¿Crees que hacemos bien? —pregunté al aire. No quise mirar a Hyun-Su. Mi mirada se mantenía en el mismo lugar por donde salió el científico.

—Aquí tenemos un propósito. —me respondió con la voz baja. Yo volví a la esquina donde anteriormente me senté. —Allá afuera no nos distinguen. Aquí, al menos, tenemos algo por hacer.

Ellos van a hacernos algo, no nosotros. Hay una crucial diferencia entre lo que piensas que pasará y la realidad. —le hablé con un tono más autoritario. No sabía si él comprendía el verdadero peligro que se nos venía encima. Estaba segura de que la otra Hanna no tendría pensado ocupar mi lugar en ningún momento. Yo, la parte humana, quien podía sentir el dolor físico y emocional, iba a sufrir cualquier procedimiento que el doctorcito quiera hacer conmigo.

Sabía que debía enfrentarme al dolor físico una vez que pisara los laboratorios. No obstante, pensarlo y estar a instantes de que comiencen con los procedimientos, son cuestiones muy diferentes. Sentía un poco la angustia. El espectro en mí se reía por el miedo en mi sistema. Sin embargo, ya sabía que, aunque tuviera la oportunidad, los laboratorios son más seguros que el exterior.

Antes de conocer a Hyun-Su y su gusano, no sabía que existían más seres como yo. Cuando leí el folleto que pedían a los humanos que "delaten" a los infectados especiales, supuse que sólo imaginaron que existía tal posibilidad, o que al menos existía uno, que estaba capturado por el gobierno. Imaginé que, a causa de éste, intuyeron que habría más en la ciudad.

"No como los otros" —repetí en voz alta las palabras del viejo. —"No como los otros". —Recordé un dato muy importante. —Ya hicieron una vacuna, pero ya no existe.

—¿Qué? —Hyun-Su se giró hacia mí, como si estuviera harto de que yo le hablara. Su expresión era como de cansancio. Suspiró pesadamente antes de querer escucharme.

—Una vacuna, algo tan importante, y ya no existe más. —solté una risa seca. Respiré hondo antes de soltar mis conjeturas. —¿Quién dice que la vacuna que haremos les ayudará a las personas que queremos? —le pregunté, esta vez mirándolo. Él estaba tan tranquilo ante la situación. Mi corazón decía que ponga mi confianza en aquel chico, y no entendía por qué.

—El doctor es un civil más, no creo que permita que las vacunas sean únicamente para los del gobierno.

—¿Cómo es que estás tan tranquilo, Hyun-Su? —pregunté directa.

—Me caías mejor cuando parecías segura de lo que decías.

—Vaya, parece que el monstruo en ti te está comiendo vivo. —murmuré.

—Eres la primera monstrua que tiene miedo de algo que los humanos puedan hacer. 

Suspiré fuertemente ante sus palabras. Cambié la mirada a mis manos, dejando que el silencio reine entre nosotros.

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