8. Celo

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Habías dejado tus supresores en casa.

¿Cómo habías Sido tan estúpida para olvidar los?

Cómo era posible?, te regañabas internamente mientras caminabas a pasos apresurados, tu cabeza dolía una barbaridad y sentías que pronto iba a explotar.

El calor también era insoportable, por eso siempre odiabas los celos ya que al no tener alfa, estos eran intensos y dolorosos para un Omega solo.

Era muy incomodo.

Apretando tus puños con frustración al recordar que por culpa de que tú celo se adelantó derrepente, tu compañera de equipo también perdio el control ante tus feromonas, haciendo que la joven rubia se lanzará hacia ti con intenciones de marcarte como su Omega.

Por alguna extraña razón eso no te desagrado tanto como cuando pensabas que otro alfa podría marcarte, ¿Será por el celo? Seguro, porque incluso la vista se te empezaba a nublar.

— rayos... Por qué soy tan descuidada? – jadeas por aire cuando sientes que el calor empieza a bajar por tus hombros hasta llegar a tu vientre.

Necesitabas a un alfa.

Corrección, tu cuerpo de Omega necesitaba un alfa.

Rogabas a los dioses no encontrarte a ninguno porque seguramente al oler tus feromonas caerían y se lanzarían a ti para poseerte.

Aunque actualmente quizás no serían tan malo, conseguir a un alfa, que te proteja y cuide, que te llene de cachorros y ponga su marca en la frágil piel de tu cuello.

— ¿Pequeña Omega? – saliste de tus nublados pensamientos cuando esa voz se dirigió a ti.

Alzas la cabeza, con algunos cabellos pegados a tu rostro por el sudor, notando a este alfa con aroma agradable alto y fuerte que sonrió al notar tú estado jadeante y que a miles de kilómetros se notaba tu ansias de encontrar un alfa que te ayudará.

— t-tu... Lárgate de aquí – chillaste apretando tu camisa por el calor de tu cuerpo, ese alfa solo hacia que tú cuerpo se estremeciera.

— ¿Segura que quieres eso? – pregunto dando un paso para acercarse a ti – parece que necesitas...ayuda~ – susurro con un tono seductor mientras llegaba hasta ti, tomando entre sus dedos un mechón de tu cabello.

En cuanto sus feromonas golpearon de forma abrupta tu rostro tuviste contener la respiración, sus feromonas te mareaban y desestabilizan tus pensamientos.

— hueles exquisito – susurro mordiendo el lóbulo de tu oreja y jalandolo un poco con sus dientes.

— te dije...que te alejes... – intentaste alejarte unos pasos, pero cuando su brazo se enrrollo en tu cintura, la fuerza de tus piernas te abandono y solo te quedó apretarte contra su pecho para no caer al suelo.

— no pareces querer que me aleje... Omega~ – Sanzu sabía cómo hacer perder la cabeza de una persona fuera Omega o beta, sabía cómo jalar sus hilos para hacerlas caer ante él.

¿Que pasaría con un Omega que está en celo y necesita la atención de un alfa? Por supuesto que no sería la exención.

— alfa~ – y como él había previsto, tus instintos de Omega te ganaron y te aferrarse a su saco esperando alguna acción de su parte.

— mi pequeña Omega – susurro restregando su nariz contra la tuya, sintiendo tu errática respiración – tan desesperada... – beso la comisura de tus labios, esperando que tú rompieran la línea por tu propia cuenta y te lanzadas a besarlo.

Cosa que no tardaste en hacer, pegando tus labios contra los de él, moviendo los de manera desesperada, arrancando te un jadeo al sentir el agarre de sus manos apretarse en tu cintura pegandote a su cuerpo.

— tan dulce – separó sus labios solo por un momento para luego darte un profundo beso, no siquiera necesito morder tu labio porque tú misma le diste el acceso a tu boca.

Sus manos viajaron de tu cintura hasta tu cadera dando ligeras caricias, tus feromonas lo estaban volviendo loco, si seguía así te tomaría allí mismo, pero no podía. Su linda Omega se merecía ser tomada y marcada en un lugar donde solo fueran ellos dos.

Y aunque uno de sus extraños fetiches era hacerlo en público, Haruchiyo tenía el mínimo de decencia de llevarte a la suite de un hotel cinco estrellas para poder marcarte a gusto.

— vamos a un mejor lugar – susurro cargándote al estilo nupcial con una sonrisa en sus labios.

En cuanto llegaron al hotel, la recepcionista no tardó en reconocer al segundo al mando de Bonten y le dio pase libre hasta una de las suites principales, abriendo la puerta y adentrándonte a la habitación para cerrar la puerta con su pie y lanzarse a besar tus labios.

Tu Omega internó gimoteo gustoso al sentir como el fuerte alfa te apretaba entre sus brazos y entre gruñidos soltaba palabras reclamando te como su Omega.

Ya habías perdido el poco autocontrol que te quedaba.

Tus cinco sentidos habían sido suprimidos por el celo dejando paso a un Omega necesitado de atención y afecto. De caricias y besos.

Ya no podías pensar en otra cosa más que en recibir la marca que conmemoraria el indestructible lazo que los uniría como pareja.

Tus sentidos solo lo obedecieron a él, dandole todo lo que pedía e incluso más, dandole acceso a la pequeña sumisa que guardabas dentro.

Entre el calor de la noche sus cuerpo se unieron y se volvieron uno solo, se unificaron y se creo el lazo que los convertía en pareja.

Por culpa de tú celo no viste el error que cometias al dejarlo besar tus labios, no viste el peligro de dejarlo estar entre tus piernas y no viste la sonrisa que surco sus labios al clavar sus colmillos en tu cuello para reclamarte como suya.

Haruchiyo había cumplido su sueño. Y tú habías empezado tu pesadilla.

Que suerte tiene el pelirosa que solo paseaba por el lugar y justamente te encontró en este estado.

Pero es el destino, o no?



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No sé si continuar con el +18 o seguir con el día después.

¿Que opinan ustedes?

La Omega del Diablo [Haruchiyo Sanzu x Tu] [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora