Negación

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"Síntomas de una ruptura: Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación. No es necesario pasar por todas las fases, ni atravesarlas en ese orden."

"Se puede ser adicto a cierto tipo de tristeza"

Hay veces en que Alondra no sabe muy bien en dónde está parada. Otras tantas que se queda mirando fotografías sin expresión alguna en su rostro nacarado. Algunas en las que solo observa el horizonte, como si estuviese esperando a alguien muy importante. Esta es una de las veces, donde no sabe cómo orientarse en el mundo.

Ha pasado tanto tiempo. Tiempo incalculable, tiempo invaluable, tiempo no retornable. Pero ¿acaso no es solo tiempo? Al fin y al cabo, sin él todo parece solo eso. Tiempo, espacio, lugares, aire, comida. Todo sin ningún epíteto relevante. Nada que destaque sobre la monotonía del gris.

Ella quisiera retroceder el tiempo, lo desea con tanta ansia. Volver, regresar, retroceder, aquellos momentos donde el café quemaba, el aire helaba y sentía todo poderosamente en su cuerpo. Donde no había una quieta estabilidad enferma, donde las sensaciones eran tan poderosas que siempre la dejaban flotando al otro lado del nirvana.

Es que enamorarse de quién no te quiere, apesta. Sí, apesta con todas sus letras y acordes. Apesta, desgarra, destruye desde adentro y nadie puede observar lo destruida que ha quedado después del cataclismo. Es que no hay manera de explicarles que se ha muerto. O peor, que aún no muere, que jamás podrá hacerlo, porque sus pulmones funcionan por costumbre y su cuerpo se mueve por inercia.

Alondra suspira, quiere destrozarlo todo a su paso. Mira lo ordenado de su habitación y se muerde la boca para no gritar de frustración. Porque todo ¡maldita sea! Todo es una vil mentira. Las sonrisas que le dedica a sus amigas, las muecas que intentan demostrar alegría, la apacible calma que siempre suele mostrar. Basura, simple escombro, exagerado teatro para no preocupar a nadie.

Se siente peor que nunca, como si no mereciera nada, porque no quiere compasión, ni débiles y tontas palabras de consuelo. Quiere romperlo todo, destruir el rostro del culpable. Una sonrisa, malvada y desconsiderada se forma en su rostro que no quiere llorar. Golpearlo, destrozarlo, gritarle todo lo se le quedó atorado en medio del pecho. Ahogarlo todo en una hoguera incalculable de odio, para apagarla por siempre y al fin olvidar... por fin olvidarlo, olvidarse, olvidarlos...

Primer síntoma: Negación y aislamiento

Se supone que debería estar triste. O tal vez, debería haber llorado la noche anterior. O la pasada o la anterior a ella. Pero Alondra en contra de todo pronóstico, no ha derramado ni una sola lágrima desde la ruptura con su novio.

Está dedicada a un montón de cosas y no se ha dedicado a parar en semanas. Que este proyecto, que esta prueba, que este trabajo. Todo en una vorágine donde se consume su energía vital, que le permite el placer de dormir sin soñar.

Se siente sobrepasada por esas energías inagotables que desprenden su cuerpo. Por eso se ha acumulado de una avalancha de proyectos, que parecen no tener fin. Desea con todas sus ansias responder ante su cuerpo, responderle esas ganas de moverse sin parar. Mientras está en la ducha, su cabeza no se detiene de organizar lo poco y nada de tiempo que le queda, con tanta actividad acumulada. Toma desayuno prácticamente de pie, mientras toma su bolso y corre al colegio. Ha prometido ayudar en la biblioteca, adelantar un trabajo y hacer una ayudantía. Eso, sin contar sus propios deberes.

Apenas tiene tiempo para una breve comida. Su mejor amiga Scarlett que no le ha quitado la mirada de encima, la observa preocupada. Nota como su amiga sonríe, pero no como antes. Sabe que no ha podido desahogarse como se debe, y teme que explote la bomba de tiempo.

—¿Estás segura de que no quieres hablar? —la intercepta de improviso en su banco.

—¿Hablar? —la chica de cabello oscuro parece despertar de alguna especie de ensueño —¿acaso no entiendes la materia que necesitas mi ayuda?

La pelirroja rueda los ojos al límite de zamarrear a su amiga y gritarle un par de verdades.

—Sabes muy bien de lo que te hablo —sentencia.

Alondra la observa confundida. Apoya la cabeza en su mano derecha, mientras con la otra continúa resolviendo ecuaciones.

—No la verdad es que no tengo idea.

—¡Alondra porque demonios eres tan terca! —gritó Scarlett hastiada del comportamiento de la pelinegra.

Terca... la palabra retumbó en la cabeza de la joven. Un destello de color miel aparece en medio de la nebulosa confusión de deberes que se ha autoimpuesto. Y detrás de este, puede escucharse a sí misma gritar ¡No!

Algo se interpone entre la avalancha de recuerdos, deteniéndolos y volviéndolos a empujar al fondo negro, donde van a parar los recuerdos que duelen demasiado para revivirlos otra vez. Cierra el cuaderno con violencia, para pararse rápidamente y guardar todas las cosas en su bolso.

—Tengo cosas que hacer —mintió para poder salir corriendo.

Su amiga la mira marcharse mientras un enorme suspiro se le escapa. Esto será demasiado duro para su amiga. Pero al parecer ella quiere negarse cualquier oportunidad de desahogarse. De nada servirá intentar consolarla, porque sabe perfectamente en qué momento se encuentra ella.

Negación.

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Alondra se encierra en su habitación, dispuesta a distraerse por un breve momento. De cierta manera se siente furiosa con Scarlett, aunque no pudiese definir muy bien por qué. Distraída prende el televisor, sentándose con el mentón pegado en las rodillas. En la pantalla se ve, a todas luces y con bastante sonido, el anuncio de una película que él tenía muchas ganas de ver. Automática se abalanza sobre el teléfono, dispuesta a llamarlo y avisarle para que también pudiese enterarse de la noticia.

Un relámpago con tan solo una sentencia se ajusta en su cabeza. "idiota no puedes hacerlo" su mano queda flotando sobre las teclas del aparato. Algo, una especie de cobertura, armazón o pared suena, rasgándose de manera inevitable. Un ruido, sordo para los demás, insoportable para su conciencia, se percibe por cada una de sus extremidades.

Alondra se abraza, porque un frío terrible acaba de colarse por cada una de sus células. Tiembla, porque está asustada ante el tamaño de la tristeza que acaba de descubrir entre los escombros de su corazón roto. Entre la avalancha de recuerdos, de su relación con Francisco, su cuerpo vuelve a temblar. Su dolor finalmente se agolpa en sus ojos, rompiendo en un llanto que pareciera nunca se va a acabar.

Incompatible #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora