Aceptación

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Flotando entre rechazos

Del mismo dolor

Vendrá un nuevo amanecer

Era una cafetería preciosa pensaba Scarlett mientras miraba a su alrededor. Ese lugar era uno de sus preferidos pero hoy parecía brillar de otra manera... a pesar de la compañía. Era un pequeño espacio donde aún no llegaba el wifi ni los celulares, porque el dueño lo tenía prohibido y cómo el café era tan delicioso la gran mayoría lo aceptaba con gusto.

Sonaba jazz alternativo, algunas pocas personas conversaban en voz baja mientras se servían pasteles. Todo era muy armonioso en su conjunto, la música ambiental, el aroma a café recién molido, el color de los pasteles, la decoración vintage con aires a los ochenta, indicaba a todas luces que ese era un lugar ideal para el romance.

Era uno de los espacios de la ciudad favoritos de Scarlett. Por supuesto fue Alondra quién la llevó a la rastra el primer día. Con una sonrisa (cuánto extrañaba ese gesto de ella) en su rostro nacarado, la tomó de la mano para obligarla a entrar a aquel recinto.

—¡Ni siquiera me gusta el café Alondra! —reclamó la joven pelirroja cruzándose de brazos y sentándose resignada a acompañar a su amiga.

—Corrección, nunca tomaste un buen café —le indicó la chica de cabellos lacios mientras hacía una orden de pie de limón y dos cafés.

Scarlett miraba con recelo el postre y la bebida recién servidos. Por su parte Alondra comenzaba a disfrutar el postre, comiendo con delicadeza y disfrutando cada bocado que daba.

—¡Pruébalo! —la invitó su amiga —ya sé, te lo voy a dar yo.

Acercó su silla a la de Scarlett para quedar frente a ella, para tomar la cuchara del plato de su amiga. Entonces sacó un pedazo del postre para acercarlo a la boca de su amiga. La pelirroja sentía que se estaba muriendo de una extraña felicidad (de verdad fue idiota al no darse cuenta de sus sentimientos, pensaba ahora sentada en aquel lugar)

 La pelirroja sentía que se estaba muriendo de una extraña felicidad (de verdad fue idiota al no darse cuenta de sus sentimientos, pensaba ahora sentada en aquel lugar)

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—¡Basta! —con las mejillas rojas ella misma tomó la cuchara para probar el bocado —oye está muy rico —le comentó comenzando las dos a reír.

Por eso era uno de los lugares favoritos de Scarlett. Acudía a aquel lugar para recordar las tardes junto a Alondra, encontrar la calma, alguna que otra receta de dulces que le llamarán la atención y un espacio seguro. Acá no tenían sentido las preocupaciones, dolores y amores fallidos.

Cómo su atracción fatal hacia Alondra. Cuando Scarlett entraba a ese lugar se permitía olvidar todo lo que le dolía porque su mejor amiga así se lo dijo. Después de salir de aquel lugar, la tomó de la mano, le agradeció su compañía y le explicó la magia de aquel recinto.

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