Depresión

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Rescátame

Rescátame de ti

Rescátame

Ven, sácame de aquí

Rescátame

Scarlett estaba sentada correctamente en su silla mirando ansiosa por la ventana del salón. Esperaba la llegada de Alondra... considerando que el "incidente con el baúl" sucedió ayer, quizás por ello su mejor amiga decidía faltar a clases, pero le había prometido no faltar.

Se enteró de aquella destrucción del inmueble gracias a la madre de su amiga, quién la llamó preocupadisima después de encontrar los restos del mueble quemados por mano de su hija.

—¿Podrías venir a verla? —le dijo la madre con la voz plagada de tristeza.

La joven fue corriendo a visitar a su amiga apenas descolgó el teléfono. Le rogó a su hermano para que la acompañase a la casa de Alondra. Felipe, con una mirada bastante enojada en su rostro, la llevó diciéndole que no estarían mucho tiempo porque tenía tarea en su universidad pero que sí, la acompañaría porque era peligroso que saliera tan de noche.

—¿Alondra? —susurró Scarlett mientras entraba a la oscura habitación.

Con la ayuda de la luz que entraba en aquel lugar la joven de cabellos rojos pudo observar a su amiga tirada sobre el colchón. El lugar estaba desordenado cómo si hubiese pasado un huracán, la ropa tirada, los papeles desorganizados, la cama desecha, los cajones abiertos y Alondra vestida solo con pijama.

—Me llamó tu mamá —la joven se abrió paso entre los escombros y se sentó al lado de su amiga, acariciando su cabello con lentitud —¿quemaste tu baúl? —le preguntó de inmediato.

Alondra se dió la vuelta para apoyarse sobre su espalda dejando los brazos en cruz sobre su cara. No quería que Scarlett la viese llorar ni menos que notara sus ojeras.

—En mi defensa —musitó respirando para controlar la angustia —pensé que sería más sencillo botarlo a la basura si era solo ceniza.

—Eso fue muy peligroso...

—¡Lo sé Scarlett, lo sé! no soy estúpida —apretó las manos volviendolas un puño cerrado.

—Yo no te he gritado —musitó la chica desviando la mirada de Alondra.

La joven de cabellos lacios se percató del dolor que teñían las palabras de su amiga. Entonces se sentó sobre la cama, despegando las manos de su rostro para tocar el hombro de su amiga. Scarlett se sobresaltó por ese gesto disfrutando de la descarga eléctrica que le provocan los dedos de Alondra en su cuerpo.

—Perdóname —dijo la chica de cabellos oscuros —boté los recuerdos de Fernando esperando sentirme mejor, destrocé el baúl con un machete —. los ojos de Scarlett se abrieron de la impresión —después lo quemé donde mi papá hace asados ¿sabes de qué funcionó? para nada... sigo sintiéndome miserable, rota y abandonada.

La chica de cabellos rojos se giró para mirar a su amiga a la cara. Alondra estaba llorando nuevamente, las mejillas rojas, los párpados hinchados y la nariz obstruida. Su preciosa y amada amiga estaba desbordada de dolor ante la ruptura con su novio.

Scarlett lo había odiado desde siempre. Desde el momento que descubrió el dibujo hecho a lápiz por Fernando, sintió una desesperación brutal ante ese gesto que Alondra guardó con tanto recelo. Después comenzaron las aproximaciones del sujeto, las idas al cine, acompañarla a la biblioteca e invitarla a su casa. Alondra estaba tan feliz con cada uno de estos sucesos... y por eso nunca había le había comentado a su amiga lo que pensaba de ese sujeto.

Incompatible #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora