Miss Lady

IV

Antes de siquiera poder volver a abrir los ojos, Eliza recordó cuál era su situación. La soga la apretaba tanto que ni en sus pesadillas se podía mover. Miró el lugar que era mil veces menos terrorífico que anoche. Bajó la mirada, se relajó al ver que nada había pasado con su querido amigo. Había soñado que la señora Owen se lo cortaba, era una pesadilla tan realista que tenía la necesidad de sacarse los pantalones para ver con claridad que seguía ahí. Pensó que si tal vez ese sueño era una realidad, sus pantalones estarían llenos de sangre. 

Se tensó al escuchar la escalera crujir y luego que los pasos se acercaban. Cerró los ojos con fuerza la penas que la señora Owen entraría a torturarla como en su pesadilla. Agudizó su audición al notar que los pasos iban a otro lado y después escuchó a la señora reír. 

—¿Por qué te sorprendes tanto de que no te haya despertado gritando?—preguntó entre risas. 

"¿Será porque eres una maldita psicópata?" Pensaron todos que la escucharon. 

—Hoy desperté de buenas. Hijo ¿A que no es un hermoso día? Estoy segura de que en dos días va a llover ¿Por qué no te vas a cazar esta noche? No me mires así, te mereces un descanso. Tu esposa te ha estado agotando tanto que parece que ni duermes. No te preocupes por ella, no le haré nada, Grace estará acá para cuidarla ¿Cierto? Esas dos, parecen ser unas grandes amigas. Es molesto ¿No ye he dicho que una sirvienta no se trata así? ¿¡Que dirá la gente!? ¿Qué adoptamos a Grace? Ella nunca será una Owen.
Luego de la cacería podrías ir a celebrar con tus amigos, no es necesario que vuelvas esta noche, eso no hará más que estresarte ¿No? 

"Esta loca" pensó Eliza. 

Sabía que la señora Owen estaba prácticamente hablando sola. Podía escuchar las pisadas y los movimientos de las otras personas y si no se equivocaba, estaban todos ahí. El comedor estaba cerca y sabía que si alguien hablara, ella también los escucharía. Sintió un poco de pena por los tres, estaban viviendo un infierno y ahora entendía el porqué se veía tan felices afuera su hogar, estaban felices de no tener a la señora Owen cerca. 

Miró hacia arriba y sin dejar de escuchar el eterno monologo de la mayor, se dedicó a pensar ¿Y el alcalde? Sabía que se la pasaba trabajando, pero también sabia que el tenía su propia casa, en otra calle, y pensaba que esa mujer vivían con él ¿El alcalde logró vencer al monstruo? No era eso, pensaba que el monstruo solo era vencido cuando muere y estaba tan viva que la ha amarrado en una silla para obligarla a coger a su nuera 

¿Y si el alcalde era peor? 

Bajó la mirada y miró una sombra cerca de la puerta. Necesitaba escapar de ahí lo antes posible. Negó con la cabeza con desesperación para sacarse esos pensamientos. No iba a poder escapar, la señorita Owen tenía los contactos suficientes para encontrarla en cualquier parte del mundo. Esa sonrisa hacía que cualquier persona soltara la información solo por el miedo que sentía. Lo había visto ¿De qué otra forma su esposo habrá logrado ser el alcalde? Esa criatura del demonio hundió a todos para que el alcalde pudiera flotar. 

Vamos, vamos, vamos. 

Se trató convencer de que no estaba en una situación tan mala ¿Coger para vivir? Eso no era algo malo cuando ya había visto que Sandie era hermosa y, lo mejor de todo, sensual y coqueta. Cerró los ojos y tapó todos los pensamientos de la señora Owen con la figura de Sandie. Su cabello rubio y bien cuidado. Su cintura, sus pechos, su trasero. Sus hombros se relajaron y rio levemente. Sintió que se estaba riendo del mismo satanás ¿Era lo mejor que tenía? Se acomodó en la silla y su ego se volvió a llenar. 

Iba a tener a una mujer adinerada entre sus piernas. Completamente desnuda y aprovecharía con mucho gusto apriétale los pechos.

Su sonrisa se fue cuando la puerta se abrió. Miró a Grace con un plato entre sus manos y notó que miraba su entrepierna. Juntó sus piernas al notar que tenía una erección. Era la primera vez en su vida que le daba vergüenza tener una.