—Maldita ladrona—gruñó una mujer mayor que sostenía una sartén.
Se quedó viendo el cuerpo inmóvil de la mujer y luego la agarró de su pie para así arrastrarla por la casa. Eliza parecía estar más muerta que viva, rasmillandose la cara con las astillas del suelo de madera. Antes de llegar a la puerta de la casa se detuvo y volvió a mirar el cuerpo. Conocía a Eliza Anderson, era un dolor de cabeza para toda la ciudad. Desvió su camino y fue hacia la habitación de la sirvienta.
—Amárrala—le ordenó con frialdad.
Grace se levantó de golpe de su cama y con muchas dudas levantó el cuerpo. Sin explicaciones ya había entendido que era una ladrona que había entrado y que la madre de William había golpeado para evitarlo, pero no lograba entender el porqué la había traído a su cuarto y menos de que le tuviera que amarrar. La mujer mayor le acercó la silla de madera y Grace dejó el cuerpo ahí. Miró como la mujer salía de la habitación y se quedó mirando el cuerpo ¿Cómo la iba a amarrar?
Mientras sujetaba su frente con una mano, se estiró hacia su cama para sacar sus sabanas. Tiró de ellas y la comenzó a enrollar al rededor del cuerpo de Eliza. Soltó su frente cuando notó que ya no se caía. Se alejó y miró con miedo su trabajo. Se aceró y colocó su dedo índice bajo la nariz de la chica para comprobar que seguía viva. Seguía respirando y ella volvió a respirar.
—Espero que no haga mucho ruido—dijo la madre de William al volver a entrar a la habitación.
En sus manos tenía la soga que uso Eliza para entrar y un vaso de agua. Dejó el vaso sobre la cómoda de Grace y comenzó a amarrar a Eliza sobre las sabanas. Grace miraba todo en silencio, podía notar la experiencia de la madre de William en hacer ese tipo de cosas. Sabía que esa mujer era cruel, lo había escuchado y lo había visto. Sin saber que otra cosa hacer, prendió una vela para ver mejor la cara de Eliza.
Era una mujer linda y delgada. Tenía unas marcas pero nada fuera de lugar. Recordó haberla visto alguna vez, no la conocía, pero la había visto peleando con la cara completamente seria. Desde ese momento que le comenzó a tener miedo, demostraba ser una mujer fría y fuerte. Al igual que su jefa, aunque ya le estaba demostrando que la madre de William era mil veces peor que Eliza.
La mujer mayor le colocó un calcetín de Grace en la boca y luego le dio una cachetada que hizo que Grace se alejara. Eliza gruñó levemente y la mujer le tiró agua para que se despertara más rápido. Eliza abrió los ojos y su respiración se agitó con rapidez. Miró directamente los ojos de la mayor y Grace notó que sus pupilas temblaban del miedo. Se comenzó a mover la silla para tratar escapar y cuando agarró aire para gritar, la señora Owen le dio otra cachetada. Eliza se quedó paralizada por el miedo.
—Eliza Anderson—dijo la Señora Owen con frialdad—¿De escocia?—Eliza afirmó con la cabeza, con miedo de que la mujer le hiciera algo más—Es un bonito país, es una lástima que tu existencia haya manchado su imagen.
Los ojos de Eliza estaban inquietos. Mirando la puerta, a la sirvienta, la vela, a la mujer, su cuerpo amarrado, la puerta nuevamente y así. Sus brazos no paraban de tratar de moverse. Eliza conocía a la señorita Owen y se sentía estúpida por olvidar su existencia por emocionarse por los lujos de la familia, ¡Era la mujer más cruel que conocía!, y eso que también estaba su familia, que hicieron lo posible para sacarla de su propio país.
Había visto a la Señora Owen detras de cada discurso del alcalde. Con una mirada neutral o con una exagerada sonrisa. La había visto decir la cosa más cruel posible con una sonrisa falsa pintada en su cara y su mayor miedo es que también la había visto ordenando a la policía llevarse a un niño del lugar por tratar robarle su rosario. No sabía mucho de ese niño, pero luego de eso no volvió a ser el mismo. Si había tratado así a tan solo un niño de diez años ¿Qué haría con ella? Su respuesta más segura era la muerte.
Su garganta se secó completamente cuando la señora Owen sonrió. Eso era malo, muy muy malo.
—Eres bonita—susurró la mujer y Eliza comenzó a llorar—Supongo que has escuchado los rumores de mi familia ¿No? La que involucran a mi querido hijo—su vista se fue hacia la nada. Eliza vio como su sonrisa se fue y sus ojos se volvieron oscuros. Eliza miró a la sirvienta al notar que la señora se había perdido en sus pensamientos, pero Grace bajó la mirada, no quería que notara que ella también tenía miedo—Yo no creo que mi hijo sea homosexual—Eliza volvió a mirar a la señora que volvía a tener esa sonrisa horriblemente perfecta—Yo creo que es culpa de Sandie, esa mujer, demasiado sociable y desordenada para mi hijo. Es una lástima que lo haya visto luego de su matrimonio, porque si no, les hubiese prohibido siquiera verse. Sin embargo, ya no puedo separarlos y necesito que tenga un hijo para callar cada uno de los rumores ¡Mi hijo no es homosexual! Es esa niña malcriada, ¡La he visto! He visto lo cercana que es con Grace—La nombrada comenzó a temblar de miedo y Eliza escuchó un sollozo—¿Cuántas veces han cogido?—Grace retrocedió un par de pasos y la señora Owen le dio un empujón en el hombro. La sirvienta chocó con la pared y la señora Owen la agarró del mentón, mostrándole a Eliza que no era la única que pensaba que iba a morir ese día—Es una gran sirvienta, mejor dicho, hija de la mejor sirvienta que he tenido. No puedo despedirla por más que quiera. Solo ella puede llorar en completo silencio y hace todo lo que le ordeno—le soltó la cara y le dio un par de fuertes palmadas den la mejilla. Grace volvió a bajar la mirada y se pegó lo que más pudo a la pared.
Eliza vio como la vela se comenzaba a apagar y comenzó a entrar en pánico. No quería estar a oscuras cerca de ese monstruo. Se movió hacia al lado para que la silla hiciera algo de ruido y así la pareja que dormía arriba suyo pudiera salvarla. Ante el mínimo ruido que hizo la silla al rozar con el suelo, la señora Owen la agarró del hombro con tanta fuerza que no pudo seguir tratando de moverse, tan solo suelto un gemido de dolor.
—No estás notando tu importancia en esto—dijo la señora para luego mirar la entrepierna de Eliza. La chica también lo hizo y luego comenzó a negar con la cabeza con desesperación. Sin poder controlarse a sí misma, gritó. Aunque eso apenas se escuchaba con la boca con un calcetín—Quiero que embaraces a mi nuera—Eliza se quedó quieta, parecía más calmada, pero su respiración seguía agitada—Es eso o castigarte por entrar a robar a la casa de mi hijo—acercó su mano a la cara de Eliza y esta trató apartarse por el desagrado que sentía ante aquella mujer. Su piel era áspera y fría—gritas y te entregaré a la policía ¿Qué prefieres? ¿Que te corten las manos o que te den cien latigazos? Puedo hasta pedir que te corten la cabeza—le sacó el calcetín y sonrió al ver que Eliza no gritó—¿Aceptas mi trato?
—Sí.

ESTÁS LEYENDO
Miss Lady
Historia CortaSandie es una mujer casada con un pequeño problema; Su esposo no quiere acostarse con ella, pero su madre quiere que tengan hijos. Eliza, una simple ladrona con rasgos intersexuales, es metida entremedio a la fuerza *LGBT+ *Terror