Capítulo 13

37 4 1
                                    

      
* Algunas semanas después*

— Alina, podrías hablarme? Aunque sea... no lo sé, un "te odio".—

— Ya vete Sophia, no quiero hablar.—

— ¡Por favor! Entiende yo no lo invité, simplemente cayó a mi casa sin argumento alguno... Te juro por lo más querido en mi vida, amiga.—

Detuve mi apresurado paso.

Volví a mirarla.

Estaba allí, deteniendo su paso, mirandome con arrepentimiento, preocupada sin más que decir. No podía creerlo, estaba dudado cruelmente de Soph.
Me lancé a sus brazos desesperada para luego abrazarla con toda fuerza.
Lloré de ira y temor de perder a una gran amiga.

— Perdoname Soph, perdoname por no confiar.—

— Esta bien, amiga... No debes disculparte.—

Luego de ese reconciliador abrazo, volvimos a hablarnos, pero ella rápidamente bajó su mirada.

— Qué, qué sucede?—

— Realmente no deberías confiar en mí, Alin...—

— Pero... por qué Soph?—

— No lo sé... Mis... mis sentimientos están algo desorganizados.—

— Cómo? A a a qué te refieres?— Pregunté desconcertada.

— Tengo miedo de lo que pueda suceder si sigo en este estado.—

— Soph, juro que no estoy entendiendote.—

— Desde ese día, desde ese día en que tu nos encontraste en casa, pues... Jorge ha estado visitandome muy seguido...—

— ¿Jorge?—

— Así es...—

— Creo que eso no tiene nada de malo... Es decir, Jorge y yo ya no somos nada... O pensarás que yo sigo sintiendo algo por él?—

— No, supongo que no... pero soy yo la que...— Calló.

— La que qué, Soph?—

— La que está sintiendo algo por él.— Su voz se aquebrantó.

[Narra Jorge]

Todavía no podía entender este tipo de... no sé... bienestar que sentía junto a Soph. Como si estuviéramos conectados por alguna clase de magia.

Descubrí que en realidad esa Mini Vecina, que es como llamaba a Sophia por su estatura, teníamos muchísimas cosas en común que creí no encontrar nunca en otra persona, ni siquiera un amigo.

Desde aquel día en que me sentía aburrido y vi salir a sus papás en el auto con muchas maletas, para luego acercarme a "visitarla"; Comenzamos a frecuentarnos más seguido... No me importaba en lo absoluto que fuera mejor amiga de Alina, era mi vecina, y estaba en mis plenos derechos de visitarla. Pero, luego de varias visitas, empecé a sentir algo extraño en mí. Cada vez que no visitaba a Soph, necesitaba llamarla, mis instintos me conducían inconscientemente a marcar su número y llamarla. Era necesario cada día escuchar esa voz tan adicta y profunda.
Trataba de encontrar temas divertidos, o mejor, interesantes, buscar excusas era mi única escapatoria para charlar y sentir su voz una vez más.

Unas noches atrás tuve un sueño bastante raro, un sueño en el que una mariposa azul se posaba sobre mi nariz, aleteaba tranquilamente hasta quedarse intacta y cómoda. ¿Que qué fue lo raro? Odio los insectos, es casi una fobia. Sí! Soy un hombre, pero le temo a esos pequeños mounstros. En el sueño esa mariposa no me aterraba, más bien, me transmitía mucha paz.

Invité a salir a Soph. No solo con la excusa de poder verla, sino también con la condición de aclarar algunos... o algunas emociones que aún no estaban muy claras en mí.
Quedamos en que pasaría a buscarla e iríamos a tomar un café con leche a cinco o seis cuadras de nuestro barrio.
Ella pidió un café con leche de esos que tanto le gusta a Soph con mucha espuma y poca leche.

— Eres absurda.— Dije.

Soph mezclaba dulcemente su jarrito de café con leche sin derramar ni un poco de la espuma que alcanzaba el tope del jarro.

— ¿Porqué lo dices?— Respondió.

— Pues un café con leche debe tener mitad café, mitad leche y algo de espuma para dar ese toque gourmet. Pero no poca leche y mucho café...— Espeté.— Acaso no te gusta la leche?—

— No...— Respondió dando con la cuchara tres golpecitos en el jarrito.

— Entonces, por qué lo pides con poca leche?—

Soph hizo un sorbo de su café, tomó una medialuna repleta de miel, la llevó a la boca e hizo un mordisco. Mastico, y mastico y cuando finalizó dijo:

— Yo hago justicia con los alimentos.—

— ¿Justicia?—

— Y si...—

— Pero... ¿Como? No entiendo—

– Pues... la leche siempre se ha llevado el papel principal en todos los alimentos, porqué no darle aunque sea una vez el papel principal al café. No crees que debería hacerse justicia por él?—

Soph me había dejado boquiabierto. Pues, estaba más que sorprendido.

— El café debe de estar agradecido contigo.—

— Eso espero.— Respondió llevando a su boca otro sorbo de café

Suspiré.

— Así que ahora no solo tengo una mini vecina, sino, también una 'justiciera de los alimentos'.—

— Acepto lo de 'justiciera', pero lo de 'Mini' no.— Espetó.

— Es lo que eres una 'mini vecina'. ¿Por qué apartarlo?—

Suspiró.

— Te molesta si me levanto un segundo para ir al baño?— Preguntó.

— No te escaparás... no?—

Soph tomó su pequeño bolsito, me dirigió una mirada sobradora y se fue.
No tardó demasiado como lo hacían el resto de las chicas. Volvió con su cabello sujeto en una coleta que caía hasta la mitad de su espalda. Su rostro se veía más lúcido. Eso me atraía más de los común en una chica.

Puse cara de aburrido.

— Vaya, porqué sera que las mujeres tardan tanto en el ba...— No alcancé a terminar la broma que iba a decir cuando vi colgar de su delgado y delicado cuello una mariposa.
Sí! Una mariposa. Y no cualquier mariposa. Una mariposa de color azul... ¡Exacto! Aquella misma mariposa azul que se había asentado en mi nariz en uno de mis sueños.

— Qué decías?— Preguntó confundida mirando mi posible cara de asombro.

— Quién te ha dado esa marip... digo, collar?— Pregunté ansioso.

— Este? Pues, Alin me lo ha regalado en mi cumpleaños pasado.— Explicó mirandolo.— Por qué?

— Es muy bonito— Reí.

— ¡Gracias!— Exclamó sonriente.

Durante todo el café estuve algo extrañado. Sophia me habló sobre algunas cosas que le gustaban y otras que no. Yo la escuchaba atentamente, pero muy en el fondo seguía 'perturbado' por la mariposa.

¿Acaso aquel sueño tan extraño habría querido decirme algo?

¡Alin! no te enamores. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora