Capítulo 15

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Resistirme a ti

Atenea Morelli

Fui muy temprano al aeropuerto a dejar a la niña, sentí tristeza al ver sus ojitos apagados, después de desayunar con ella y asegurarme de que subiera al avión decidí venir al departamento de Saúl. Todo esto lo hago a escondidas de todos, necesito hablar con él, haberle dicho a todos hubiera afectado la salida.

Dejo mi bolso sobre la isla americana de la cocina, me acerco a la cafetera, introduzco una bolsa de café a la máquina y tomo una taza para el líquido. La tranquilidad del departamento demuestra que todavía Saúl sigue durmiendo.

Cuando el café está listo tomo mi taza y me acerco al enorme ventanal que brinda la hermosa vista de la ciudad, el sol ya ha salido en su totalidad, se pueden ver las calles transcurridas. Tomo un trago de café, sintiendo como el delicioso sabor del café inunda mi paladar de innumerables sensaciones.

― Pude matarte.― Saúl mete su arma detrás de su espalda y suelta un suspiro al ver que se trata de mí.

Sostengo la taza y mantengo mi mirada fija en la ciudad, ignoro su presencia o eso trato de hacer.

― Deberías cambiar tus cerraduras y tener más en cuenta tu seguridad.

― ¿Te preocupa mi seguridad?― enarca una de sus cejas.

― No me preocupa, solo lo digo por la facilidad que tuve para ingresar aquí.

Llevo la taza a mi boca nuevamente y tomo otro trago de café, me acerco a la cocina para dejar la taza ya vacía en el lavabo.

― Me sorprende, verte aquí ¿Cuál es el motivo de tu visita?― entra a la cocina y saca de la nevera frutas, huevo y otras cosas más de comer.

― He venido a preguntarte algo.

― Adelante, soy todo oídos.

Toma un sartén y lo deja sobre la estufa ya encendida, veo detenidamente sus acciones en la cocina, se ve hermoso cocinando, no lo voy a negar.

― ¿Es cierto que Artemisa tiene planeado asesinar a Alessandro?― veo como sus músculos de la espalda se tensan

― ¿Quién te lo dijo?― voltea a cuestionar.

― O sea que sí es cierto.― fue más fácil de lo que imaginé, camino hacia una de las sillas que se encuentran del otro lado de la barra americana y tomo asiento.

― ¿Fue él no es así? No puedo creer que tenga el descaro de acercarse a ti después de todo.― dice exasperado.

― Quién haya sido, no importa, confirmaste mis dudas.

― ¿Vas a salvarle el culo? No debería importarte cuál sea su desenlace.― vuelve a voltearse para echar los huevos en la sartén.

Paso las manos por mi cara, no debo confiar en él, pero hay algo que me dice que puedo hacerlo, si realmente fuera mi enemigo ya hubiera acabado con mi vida, ha tenido muchas oportunidades para hacerlo.

― Necesito confiarte algo, pero nadie puede saberlo.― digo en voz baja como si no estuviéramos a solas.

Limpia sus manos con una toalla y se acerca quedando la barra por medio de nosotros dos.

― Puedes confiar en mí, Artemisa es mi enemiga y nunca estaría de su lado, menos sabiendo la clase de rata que es.― sostiene la toalla con la mirada puesta en mí.― Todo lo que estoy haciendo es puro teatro, creo que deberías darte cuenta de eso.

Sed de venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora