Capítulo 6

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Sin bienes y sin raíces

Atenea Morelli

Cuando termino de bajar las escaleras me encuentro a Adriano llegando a la casa, trae su traje en una mano, por lo visto su noche fue de maravilla. Se queda observando mi vestuario, hoy luzco más formal que siempre, la ocasión lo amerita.

― Buenos días al señor.― sonrío sarcásticamente, sé la vergüenza que debe cargar encima por haberlo visto llegar a estas horas.

― No quiero chistes, perdí la noción del tiempo.― cierra la puerta detrás de él y prosigue hacia la sala de estar.― Te juro que iba a llegar a tiempo.

Me acerco a él y dejo una de mis manos descansando sobre uno de sus hombros.

― Sabes que no debes darme explicación de nada, eres un hombre libre, puedes entrar y salir a la hora que quieras, ni que yo fuera un coronel y esta casa el ejército.

― Sé que no, pero siento pena contigo.

― ¿Pena? No, señor, sienta felicidad.― beso su mejilla con ternura.

― Felicidad, sí, pasé la mejor noche de mi vida.― un suspiro de hombre enamorado sale de lo más profundo de su ser.

― ¿Ah sí? Pues vamos a la cocina a comer algo rico para que así me cuentes todo.― lo tomo del brazo y lo llevo hacia la cocina.

Caminamos hacia la cocina, la señora que nos asiste con el servicio deja el desayuno sobre la barra americana.

― ¿Dónde está Domenico?

― Sigue durmiendo, pasamos toda la madrugada hablando.

Acerco el plato de frutas hacia mí, coloco unas cuantas en un plato, dejo el plato en frente de mí y pico unas cuantas frutas para llevarlas a mi boca.

― ¿Cómo les fue en la reunión? Ni pregunto, sé que la reina eres tú.― se sirve una taza de café y la sostiene mientras le echa unas cucharadas de azúcar.

Dejo el tenedor en el plato y limpio la comisura de mis labios.

― Domenico como era de esperarse, es el rey y Artemisa usó sus influencias o no sé qué, pero al final obtuvo el puesto de reina.― sirvo una taza de café para mí.

― ¡Qué! Definitivamente, algo debió de hacer para que las cosas se le dieran de esa manera.

― No quieras imaginarte todo lo que ocurrió en la cena de anoche, lo único bueno fue la coronación de Domenico.

― Imagino la cara que debió poner cuando supo el puesto de él en la mafia.― remueve su café.

― Sabe que él tiene más poder que ella y que ese poder me cubre a mí, en definitiva está jodida.― tomo la fuente con leche descremada y la echo en mi café.

―Daría lo que fuera por ver su cara.― lleva la taza a su boca.

― Hablemos del tema realmente interesante ¿Cómo te fue con ella?

― Su nombre es Connie, el color de su cabello es como miel, ojos verdes, cuerpo de guitarra, labios carnosos y rojizos, es perfecta.― deja su taza a un lado y vuelve a mirarme.

― ¿Ya definieron las cosas entre ustedes?

― ¿Por qué debo definirlas? La estamos pasando bien.

― Suenas como un idiota, no, si realmente te gusta preséntala con nosotros, que sienta que es importante para ti.― pico más fruta, pero esta vez la acompaño con mermelada.

Sed de venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora