Capítulo 19

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Nuevo socio

Atenea Morelli

Tiempo después

Los meses han transcurrido se podría decir con normalidad, he tenido hasta cierto punto acercamiento con Saúl, poco a poco las cosas se han ido organizando entre nosotros, no ha sido fácil superar todas las cosas que he vivido con él, pero siento que lo quiero y no puedo perderlo por rencor.

Ya he perdido muchas cosas por culpa del odio, estos meses me han servido para reflexionar, como también organizar muchos aspectos de mi vida, al principio a Domenico no le gustó la idea de mi cercanía con Saúl, no por lo que sentía por mí, sino por todas las cosas que ocurrieron entre nosotros.

En la actualidad no son los mejores amigos, pero tratan de llevarse bien por mí, ambos son importantes para mí y me reconforta ver que no haya rivalidades entre los dos, no quiero nunca tener que elegir entre ambos.

Artemisa no ha sido la misma después de la muerte de su hija, su negocio ha decaído, han pensado en revocar la decisión de la corona en la mafia, todo esto debido a sus resultados en el negocio los últimos meses, eso no parece importarle, está muerta en vida, me preocupa su serenidad, por eso no me duermo en los laureles.

He viajado en varias ocasiones a visitar a mis hijas, las cosas con Adriano no han sido muy buenas por culpa de su compromiso con Connie, cuando supo que Mario Rizzi iba a ser mi nuevo socio, su ira aumentó más, pero las cosas empeoraron cuando Connie se delató delante de todos mostrando su verdadera cara, eso fue todo parte de mi plan.

Hace unos días fue que ocurrió todo esto, no he tenido la oportunidad de ver a Adriano personalmente, pero sé que en el fondo está arrepentido por todo lo sucedido. Necesito darle un escarmiento, merece ser maltratado con el látigo de mi indiferencia por unos días, por eso evito responder sus llamadas o tener encuentros con él.

***

Observo el hermoso cielo estrellado desde la habitación de Saúl, me he quedado toda la noche y parte de la madrugada en su cama, tuvimos sexo y nos quedamos dormidos, en estos momentos escucho como Saúl habla por teléfono desde la cocina, me volteo y me quedo viendo fijamente hacia la ciudad.

Siento sus manos sobre mi cuerpo, cierro los ojos al sentir sus caricias sobre mi piel, abro un poco mis piernas para darle un mejor acceso a mi parte íntima. Entra un solo dedo y con eso basta para que escape un pequeño gemido de mis labios, se hunde en mi interior con suavidad y sincroniza sus movimientos al hacerlo.

― Tu cuerpo reacciona tan bien a mis toques que ya estás empapada.― lame el lóbulo de mi oreja, su voz provoca excitación en mí.

Entra otro dedo más en mi interior hasta el fondo, una vez que estos tocan fondo los mueve con rapidez, arqueo mi espalda por el placer que siento.

― ¿Quieres que me detenga?― niego mordiendo mis labios.― ¡Necesito escucharte Atenea o voy a detenerme!― demanda con autoridad.

Intenta detener sus movimientos, pero mi mano es más rápida y evita que lo haga.

― No quiero que te detengas, necesito que me sigas tocando.― suplico conteniendo mis gemidos.

― Así me gusta, que seas sumisa ante tus deseos.― sus dedos son unos expertos que saben donde tocar para hacerme perder la cordura y llevarme al borde del placer.

Mis manos se vuelven puños en las sabanas, el placer que siento es tan inmenso que me veo en la obligación de sostener su mano, mis uñas se clavan en su piel, provocando que leves gemidos se escapen de su boca.

Sed de venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora