Record of Ragnarok: Batallas Alternativas

La nueva verdad tras Ganryū-jima:

El quince de abril de 1612, a las nueve en punto de la mañana, se dio el famoso duelo de Ganryū-jima.

Según el único relato restante de ese período, el Nitenki, Miyamoto Musashi llegó tarde al encuentro. Sasaki Kojirō, muy enfadado, tiró su funda al mar, causando que Musashi le respondiera:

"¡Si ya no necesitas tu funda, estás muerto!"

Así estaba escrito.

Sin embargo, el Nitenki fue publicado ciento cincuenta años después de este duelo. Lo que significa que está lleno de rumores y leyendas orales.

Sea cual sea la verdad de aquella legendaria batalla, hace tiempo que dejó de importar. O eso se suponía.

Cuatrocientos años habían pasado desde que Sasaki Kojirō ascendió al cielo, y aún así continuó siguiendo el camino de la espada. La evolución del Ganryū aún estaba lejos de haber terminado.

—Este lugar me trae recuerdos...—sonrió el viejo espadachín, nostálgico.

Con la humanidad entera rehúnda en el Valhalla, preparándose para el Ragnarök, la lucha final entre dios y el hombre, en el planeta Tierra reinaba una extraña paz y silencio.

Sasaki contempló aquel viejo par de estatuas erigidas en la isla de su último duelo, en donde se representaba su gran enfrentamiento con Miyamoto Musashi, e inhaló con calma el aroma de la brisa marina.

—Muy bien, ¿dónde está esa cosa que la señorita valquiria quería que investigase?

Se paseó por la playa de aquella pequeña isla hasta encontrarse con lo que buscaba, un extraño orbe de luz que refulgía intensamente sobre el cielo.

—¿Pero qué...?

El fulgor del objeto aumentó repentinamente antes de remitir, creando un pequeño cráter en el suelo en cuyo epicentro permanecía de pie una figura humana.

—¿Qué pasa?—preguntó el chico, despertando repentinamente—. Estaba teniendo un sueño con una muy buena comida...

Miró a su alrededor con gran confusión, sorprendiéndose al no encontrar a nadie que conociese.

—¿Qué pasa aquí...?

Sasaki le miró fijamente confundido.

—Hey, niño... ¿quién eres tú?

Los ojos del joven se fijaron sobre los del anciano, enviando una extraña descarga eléctrica por la columna de ambos.

—Viejo, tú eres...—una leve sonrisa tiró de sus labios—. Ya veo, fuiste tú quién me despertó.

El einherjar trató de sonreír, levantando las manos en gesto apaciguador.

—Lo siento, pero creo que estoy igual de confundido que tú—se disculpó—. ¿Puedo saber tu nombre?

El chico se puso en pie, llevándose por mero instinto las manos a la cintura, en donde llevaba bien sujetas un par de espadas.

—¿Yo? Miyamoto Musahsi—sus orbes refulgieron brevemente—. Por cierto... ¿y tú quién eres, viejo?

Sasaki retrocedió un par de pasos, abriendo los ojos de par en par. Entonces, una sonrisa tiró de sus labios y una carcajada escapó de su pecho. Finalmente su misión se esclarecía. Aquel encuentro era un regalo que el destino mismo le había concedido.

Con un tirón, el viejo espadachín mandó a volar el sombrero de paja que cubría su cabeza y desenvainando su confiable sable ōdachi, se puso en guardia.