Parte 6

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Se hizo bola en la cama mientras gruñía ante el molesto ruido del maldito despertador en su celular, podría hacerlo pedazos contra el suelo, si no fuera "propiedad" del jodido pecado de la avaricia, para tenerlo localizado donde sea que fuera. Lo alcanzo con la mano y lo estrelló contra la almohada para levantar la cabeza y apagarlo con la cara; por lucifer, realmente aceptar el maldito cuarto en los aposentos de la lujuria solo hizo más difícil llevar bien su autocontrol.

Sin embargo, había que admitir que Asmodeus lo estaba tomando mucho mejor de lo que él esperaba, intento durante los primeros días ser un estúpidamente empalagoso diablillo, sin pasar los límites establecidos, pero claramente teniendo una actitud que generalmente él decía odiar. Más eso termino con el efecto contrario, el maldito pollo gigante lo tomó como un nuevo juego entre ellos, ya que se dio cuenta malditamente rápido que estaba actuando, en parte, y siempre se salía con la suya.

—Me cago en la puta... —gruñó mientras se levantaba, estirando sus extremidades mecánicas.

Dio un golpe a la campana que estaba en su cuarto, y poco después de un minuto, uno de los sirvientes traía en una bandeja de plata una jarra de café hirviendo, sin taza ni nada más que la misma presencia del mini mayordomo personal que Ozzie le había dado. Le dio un trago tan largo que acabo con la bebida en solo unos segundos, escalofriándose mientras el líquido le quemaba las entrañas. Debía admitir que tener lujos... no era tan terrible.

Hizo un movimiento con la mano, echando al diablillo vestido como pingüino mientras bostezaba, dejando que su pijama cayera por uno de sus hombros mientras se acomodaba su sombrero del día, tenía que arreglarse un poco antes de ver al pecado.

Nah, no le daría el gusto de verse sexy hoy, si es que su encanto natural no lo traicionaba.

Salió del cuarto, no es que le gustara la idea de usarlo, pero cuando había un espectáculo donde él debía actuar una cantidad adicional de tiempo, además de dar un pequeño show a Asmodeus cuando quería un buen y muy necesitado sexo para relajarse, solía no quedarse en el cuarto del pecado, bien, de vez en cuando despertaban juntos, sí, pero tenía su maldita habitación, así que cuando Ozzie le insinuaba de quedarse a dormir, él se iba derecho a su "lugar" en la mansión.

Admitía que ver la cara de derrota del pecado por ponerse el mismo la soga al cuello, le daba cierta satisfacción.

Derrotar a un pecado en su propio juego, tenía su lado divertido.

—Hola su alteza, ¿qué tenemos para desayunar? —se acercó estirando sus brazos.

—Buena pregunta muñeco, realmente no estoy creativo hoy.

—¡La creatividad es lo mío! ¿Qué tal si me deja esa ardua tarea?

—¿Sabes cocinar? —Alzó una ceja con cierta incredulidad.

—Puede que este un poco oxidado con eso, pero hey, ¿Qué tan difícil puede ser ah? —le pasa un par de barras de cereales. —Vaya, vaya, sus tareas mañaneras no se harán solas, yo me hago cargo.

—Muy bien, te confiaré esto esta vez.

Dicho aquello salió de la cocina, al menos con un poco de comida encima hasta tener algo más contundente era apreciado, no podía decir que recordara que su pequeño muñeco alguna vez tocara una sartén en ningún momento que haya visto, de hecho, si tenía en sus memorias que el fuego no era precisamente de sus cosas favoritas, no era que lo odiara definitivamente, sin embargo, el fuego descontrolado de Loo Loo Land lo tuvo inesperadamente inquieto por mucho tiempo, incluso la idea de que su versión robótica del parque había sido quemada hasta la inutilidad le hizo poner una expresión que rara vez veía.

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