Parte 10

70 4 0
                                    


Antes de que pudiera decir algo más, recibió un bofetón con la mano abierta, contando la fuerza de un pecado, se había medido lo suficiente como para no arrancarle la cabeza, pero su dueño estaba realmente enojado así que consecuentemente a eso, llego otro golpe, a pesar de que desesperadamente intentaba articular unas disculpas que valieran por su retraso y desaparición de su trabajo; Stolas dio un paso delante y trato de tomar las manos del aquel que lo superaba, haciendo que se detenga un segundo.

Fizzarolli miró con las pupilas retraídas, respirando pesado, en todo ese tiempo, Mammon mantenía al mínimo el daño que pudiera recibir, por el hecho de ser una figura pública.

—Príncipe Goetia, ¿Qué es lo que quieres?

—Pido mis más sinceras disculpas por el retraso de improviso que ha tenido su presentador, ha... ha estado acompañándome, él no tenía intención de faltar a sus responsabilidades.

—Grr... —torció la boca de mala manera —¿lo alquilaste por hora?

—Alqui... quiero decir, sí ¡por supuesto! Claro que no ha sido gratis tener su presencia, incluso me tome la molestia de comprarle un par de obsequios por su maravillosa, aunque costosa, compañía.

—Bien, porque este pequeño idiota tiene que generar dinero con su sola presencia. —Miró a su bufón apretando el agarre hasta que sus hombros chispearon —Fizzarolli.

—¡S-Si! ¡Si señor!

—Recuerda lo que eres, sin mí no serías nada, ¿oíste? NADA.

Dicho aquello apartó las manos de Stolas de las suyas y de un movimiento estampó contra el suelo a su pequeña herramienta de dinero, haciendo que su sombrero se desprendiera de su cabeza, mostrando sus cuernos destrozados a la vista.

—Agh, ¡mira lo que provocas! Tendrás un par de días para bajarte la hinchazón, el maquillaje cubrirá lo demás, no esperes que pague tus días de descanso, y no me vuelvas a fallar.

—No señor... lo siento señor.

Sin más que decir, aquel embravecido pecado capital desapareció tras otra explosión, dejando humo verde y el sonido de las monedas como rastro. El príncipe miró aquellas pequeñas partes rojas de la piel junto con sus cuernos partidos, antes de respirar hondo y tomar su gorro para ponerse delante y volver a colocarlo en el lugar, mientras él estaba hiperventilando.

—Lo siento... no pude protegerte esta segunda vez...

—Él iba a destrozarme...

—No puedo decir que no lo iba a hacer, estaba furioso.

—Ah... —respiró agitado —arriesgaste el pellejo por mí, él podía haberte...

—Lo sé, soy un demonio noble, no un pecado, él podía destrozarme si no hubiera cuidado mis palabras.

—Por satán... agh... —intento recomponerse de a poco—yo... gracias...

—Lamento haber dicho que te alquile.

—Nah, ha estado bien... habría estallado contra los dos si no.

—Ah, pequeño, me temo que no hay forma de que puedas volver con Asmodeus tal como estas.

—Ozzie va a llamar a Mammon si no lo hago, tengo que volver... debo...

—No, si vas así... ah, vamos a la mansión, te pondré hielo y algo de maquillaje, con suerte no se hinchará tanto como para notarse. —Le limpió con cuidado el polvo de la cara —¿Puedes ponerte de pie?

Actua por impulsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora