🐾Rubegetta One-Shots🐾

Get Away

-Vegetta, luego de esta batalla... Tú me esperaras, verdad?

-Esperarte?-dice confundido el azabache. No obstante, lo siguiente que Rubius le dijo le dejó en shock.

-Cuando venza. Quiero casarme contigo.

*°*°*°*

Aquel recuerdo del alfa llegó a su mente como un sueño.
Desde muy joven tubo que aprender a guardar muy bien el secreto de su presencia. Fue difícil en un principio, pero siguiendo los consejos de su padre, logró hacerlo.
Ahora podía sacar a pasear a su cachorro, vestido con ropita sumamente adorable y abrigable.

Cabe recalcar que los primeros años si que estaba muy preocupado y paranoico por si algún día de esos, sería encontrado y acorralado en busca de respuestas. Era algo que le ponía muy angustiado y siempre trato de no pensar demasiado en ello, distrayendose con su trabajo o su propio cachorro. Aunque por gran fortuna y alivio jamás sucedió esto.

Al salir al exterior siempre trataba de cubrirse lo más que podía con cubre bocas y una gorra, a veces hasta usaba lentes, siendo precavido para no encontrarse ni de lejos a algun conocido. Sobre todo a cierto alfa híbrido.
Aunque las probabilidades de encontrarse eran cada vez más nulas y quizás se estaba preocupando de más.

Poco a poco dejaba de estresarse por encontrarse con él, permitiendose relajarse un poco y concentrarse solamente en su trabajo, el dinero y del cumpleaños número siete de su pequeño acercándose más y más. 
Sin embargo, no todo estaba siempre a su favor.

Esa tarde salía del trabajo con su pequeño en manos. Su cachorro iba siempre bien abrigado, con un gorrito muy adorable que cubría sus oscuros y revueltos cabellos, a la vez que una parte muy importante. También cargaba con una mochila no muy pesada equipada con todo lo que necesitase en cachorro, como un cambio de ropa, jugo, galletas, un juguete, etcétera.

Al llegar a su pequeño apartamento y bajar con su hijo que se había quedado dormido, saludó a la portera antes de entrar. Esta le conocía y tenía una buena amistad con él, ya que el Omega era muy puntual en sus pagos, era responsable y amable, aparte de tener un hijo precioso.

-Por fin en casa-soltó el azabache en un suspiro, cerrando la puerta detrás de sí.

Movió un poco a su cachorro para que despertase y le dijo que vaya a la cama para estar más cómodo. Más tarde iría arroparlo para dormir. El menor asintió y con cuidado, fue hasta a la recámara donde dormían él y su madre.

No pasaron ni cinco minutos cuando, mientras Vegetta ordenaba algunas cosas, para ir a arropar a su cachorro, alguien tocó la puerta. La única persona que se le ocurre al azabache que tocaría en esos momentos, es la portera. Pues él no habla con otros vecinos del lugar.
Curioso y sin preocupación alguna, abre la puerta. Encontrándose con algo que le deja paralizado y sudando frío.

-Por fin nos volvemos a encontrar, Omega.

El Alfa de cabellos blancos y con entradas café castaño, entró sin preguntar y el Omega no pudo reaccionar a tiempo y detenerlo, sintiendo un ligero mareo cuando esté pasó a su lado. Sus feromonas lo hacían perder la compostura.
El azabache trago duro para reunir valor y no dejarse doblegar. Solo volvió a cerrar la puerta mientras pensaba en cómo sacar al Alfa de ahí.

-Tanto te gusta uir, o quieres comenzar a hacerlo?-preguntó divertido el Alfa.

-...-el Omega azabache no tenía palabras.

-Qué pasa? Por que no me saludas?

-Cómo me encontraste?-le preguntó Vegetta frunciendo el ceño y con una mueca de molestia.