El bosque se inunda de una niebla densa y espesa, la aldeana se preocupa de unos pasos que se escuchan detrás de ella, voltea preocupada pero no ve a nadie a su alrededor, los pasos también se silencian, retoma nuevamente su rumbo y vuelve a escuchar los pasos, siguiendo el ritmo de su caminar, la aldeana aprieta una carta sucia que tiene en la mano, la acerca a su pecho y comienza a correr, de repente una mansión aparece frente a ella, sin detenerse a pensar corre directo a la puerta la cual extrañamente se encuentra entre abierta, mira a los lados y ve las ventanas rotas, la puerta deteriorada, telarañas y escombros por doquier, sabe que está abandonada, entra sin chistar y la cierra sin problema, de repente las luces de la mansión se encienden, se voltea rápidamente y ve a un hombre alto de cabello blanco, bien peinado con un traje negro, guantes blancos
- ¿Dígame señorita, en que puedo ayudarle?
- este... vera... es que yo...
- El bosque es muy peligroso de noche señorita- dijo un hombre sentado en un sillón al fondo de la habitación, a quien no había visto y la sorprendió al hablar, parece ser el dueño de la mansión.
- Por favor entra, ¡Amelia! sírvele una taza de té, debe tener mucho frio- ordenó la señora al lado, se ve tan elegante e imponente, aparenta ser buena persona
- ¡¡BIENVENIDA A NUESTRA MARAVILLOSA MANSIÓN!!-replicaron al unísono 2 gemelos, los niños tenían entre 8 a 9 años cuando mucho sus ojos son de un color azul brillante, una niña y un niño, encantadores
- Muchas gracias por su hospitalidad- dije un poco nerviosa
- Sabes, hace mucho no recibíamos visitas en esta mansión, debe ser el destino - dijo el señor de la mansión con una cara muy alegre, como si le hubieran dado un regalo maravilloso
- ¡¡En este caso deberíamos hacer una fiesta, en honor a nuestra invitada!!- gritaron entusiasmados los niños
- Por favor permítenos darte una bienvenida adecuada - se acercó a mí, la sirvienta de la casa entregándome una taza de té - permítame su saco y siéntase cómoda, en un momento estará la cena lista
- Que delicia Amelia ya muero de hambre, estoy a punto de comerme a alguien en esta sala - dijo una damisela bajando de las escaleras, se ve muy bonita, también se ve muy elegante.
- Si señorita, en seguida los llamo para que puedan pasar al comedor
Al momento de decir esas palabras la sirvienta, tocó una campana la cual indicaba la hora de comer, en ese momento se acercaron todos al comedor, al pasar de habitación la aldeana vio una mesa enorme llena de comida y bebida, cada miembro de la familia se sentó en un lugar en específico, tomaron unas servilletas la cual las colocaron sobre su regazo, la aldeana temerosa se quedó en la esquina de la habitación, el mayordomo le indicó su asiento y se dispuso a comer, los próximos minutos hablaron, rieron y bebieron, de repente sonaron los campanazos de un reloj antiguo el cual estremeció toda la mansión.
- Bueno es hora de irse a dormir, ya son las 10:00pm
- Tienes razón, niños a dormir- dijo el señor de la mansión, en ese momento los niños sin decir ni una sola palabra se dirigieron a su habitación - Sebastián lleva a la señorita a la habitación de huéspedes, imagino que muy pronto nos va a dejar
- Le agradezco su hospitalidad señor - dije haciendo una reverencia y seguí a Sebastián hasta la habitación.
Wow esta habitación es enorme, no puedo imaginar la riqueza que deben tener ellos, me pregunto en que trabajaran, de repente una punzada en mi pecho me hizo volver a la realidad, se supone que este lugar estaba abandonado, yo vi muy bien, las ventanas rotas, las arañas y los escombros cuando entré, aunque lo vi por un momento, el salón principal estaba sin un mueble ¿de dónde salieron estas personas?, tengo que irme, abro un poco la puerta y logro escuchar la conversación de los niños, pero estos escuchan el rechinar de mi puerta y voltean rápidamente en mi dirección
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KNIGHT
General FictionEl relato de un ángel caído y un demonio que se aventuran juntos en un mundo enigmático, desenterrando los misterios del universo y, posiblemente, los de sus propias existencias