Advertencia: Erotismo 18+ entre chicas. No apto para sensibles mojigatos. En cuanto a las puercas, espero que disfruten esta escena
En la oscuridad de su vida, Chloe se sintió cada vez más pequeña, como una hoja olvidada que el viento arrastró sin rumbo. La desgracia le quitó a sus abuelos, dejándola sola como un barco perdido en un mar enorme. Con solo once años, pensaba que su historia terminaría pronto, como si el destino hubiera sido demasiado duro con ella.
Sin embargo, todo cambió por un milagro.
Estaba sentada al frente de la ministra de las operaciones militares, la general Kayleen Villanueva. Era imponente y masculina, con cabello corto rubio peinado hacia atrás y su uniforme robótico que ocultaba su cuerpo desde su cuello hasta sus pies.
Su oficina era un reflejo de su personalidad: ordenada y meticulosamente organizada, adornada con una colección de trofeos que testimoniaron sus logros. La pulcritud del lugar estaba en perfecto equilibrio con una impregnación a cloro, tanto así que su nariz estaba irritada por el olor.
—¿Cómo se llama, mestizo? —comentó la figura de autoridad—. Sólo conozco que es uno de los cientos que sobrevivió a la tragedia mestiza por un trato a la parca y luego después mi ahijada Annabel se obsesionó mucho con usted desde que ingresó al centro hospitalario Dagnae.
—No tengo nombre, se supone que soy un don nadie con suerte en el amor —espetó el preadolescente—. ¿Cómo puedo ser una figura destacable si ando en silla de ruedas?
La militar entrecruzó los brazos y se fijó más en sus ojos.
—Usted logró una hazaña que muy pocos pudieron lograr, ser amigo de la luz y la oscuridad —explicó la adulta—, si no, usted posee voz y nombre, ¿cómo pudo lograr lo imposible para muchos?
El chico sintió una vergüenza indescriptible por dentro, solo hizo lo posible para salir de ese calvario, desvió la mirada al suelo, ya que temía por decir algo incorrecto. Se suponía que estaba hablando con una figura importante de una nación y lo arruinaba por sus inseguridades.
—Si usted no posee fuerza interior, ¿cómo pudo persuadir a esa niña desconocida para que te salvara la vida y la de cientos más?
—Sólo quería vengarme de mi propio padre, ese es el primero que merece estar en el infierno —espetó el niño y la soldado deslizó las comisuras de los labios—. Aparte esa niña es muy guapísima, tiene esos ojos azulados grisáceos como la nieve.
Chloe se distrajo por la sintonía de "Obertura Orfeo en los Infiernos" de Offenbach. Era una melodía demasiado alegre para establecer una reunión con una militar. A lo mejor colocó esa canción porque estaba con él.
La general Villanueva se rió a carcajadas, sabía que ese brasileño estaba en el proceso hormonal típico de la pubertad que se ruborizó al hablar de su crush. De todos modos, ese joven le recordaba a sus hijas adolescentes.
—Si esa niña no fuera hermosísima, ¿de todos modos, tomaría esa decisión? —dijo la rubia y el adolescente asintió—. Lo sabía, se atrevió demasiado a pesar de que el riesgo de estar encerrado en el más allá se encontraba ahí.
Chloe quedó sin palabras, ya no tenía más argumentos para justificar que no era nadie.
—¿Le gustaría empezar de nuevo? Sin que nadie se entrometa en sus humildes orígenes. ¡Cree su propio nombre! Si no tiene uno, crea uno nuevo y muestra lo que es capaz de hacer.
La transformación de su identidad representó un capítulo crucial en su vida. No solo se trató de borrar su antiguo nombre y fingir de que nada pasó. Redefinió su género, adoptando con gracia la apariencia y actitud de una mujer segura de sí misma, como si desde siempre hubiera pertenecido a ese papel.
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Lazos de Poder
FantasyKatherine, una alienígena con heridas mentales, refugia su dolor en una vida de fama falsa. Pero dos agentes revelan su realidad, desafiando su percepción en una lucha por aceptar la verdad.