Cap 7 -Locura Alienígena

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Katherine no esperaba llegar a ese lugar al que solía escapar: la Agencia Secreta Oasiana. Sin embargo, necesitaba su ayuda para salvar su vida.

Aferrada a Travis en el auto, mostraba reticencia a abandonarlo.

—Es por tu bien, ellos te ayudarán —comentó Travis—. Si esos agentes no me hubieran llamado, obviamente ya no estarías con vida.

La rubia asintió y se volvió para contemplar los rizos de trigo de Travis.

—Es que tengo miedo de que esos agentes se metan conmigo porque soy una peón, y lo sabes —admitió Kat—. No soy buena ni para salvarme a mí misma.

Travis la abrazó, consolándola con sus manos.

—No te preocupes por eso, más bien necesitan una fracasada en la industria —confesó el chico—. Eres una figura de resistencia; solo necesitas entrenarte para aprovechar al máximo tu potencial.

Katherine se quedó atónita y sonrió.

—Por eso a Chloe no le importa mi estatus; solo quiere estar conmigo —expresó la rubia—. Soy afortunada de tenerla a ella, es mi príncipe azul, el que siempre soñé.

—¿Sabías que tu encantadora novia cantante tiene orígenes humildes? —señaló Travis—. Tú acogiste a esa inmigrante con mucho cariño y amor que no te suelta.

Katherine asintió, recordando sus inicios mientras cargaba una silla de ruedas. Aunque parecía no haber sufrido el accidente, lo más impresionante era que no dejaba de moverse, incluso con las piernas inmovilizadas.

—Incluso se ofreció a ser mi conejillo de indias —sonrió la rubia—. No puedo resistir la oferta, ni siquiera el día de hoy.

Luego pensó en sus piernas, gruesas y tonificadas como le gustaban. Aunque fueran artificiales, le quedaban bonitas en ella.

—No puedo creer que la parte del cuerpo que más me gusta de Chloe sea operada —comentó Katherine—. Claro, aparte de su piel bronceada, eso sí es natural.

Travis se rió a carcajadas.

—Gracias a eso puede abrir las piernas libremente, ya sabes —expresó Travis—. Chloe se convirtió en una ciborg por necesidad.

—Así es, me encanta una chica operada —expresó Katherine—. Literalmente es un placer que existan esas tecnologías para que mi novia pueda movilizarse.

Recordó el momento en el que Chloe dio sus primeros pasos con sus nuevas prótesis.

—Princesita, si logro abrazarte levantada sin caerme —comentó la chica, en esta ocasión con trece años—. Sería el logro más satisfactorio del universo.

La rubia la vio luchar con el equilibrio, tratando de mantenerse firme hasta la meta final. A pesar de ser pequeña en comparación con la Chloe actual, su espíritu luchador se mantuvo hasta el final.

Cuando finalmente la alcanzó, no solo fue un abrazo, sino que sostuvieron su primer beso.

Katherine no había superado el cosquilleo en el estómago al recordar que su mejor amiga se convirtió en su pareja desde entonces. Luego, las lágrimas brotaron y abrazó a Travis.

—Dios mío, qué vergüenza —expresó Katherine—. ¿Sabes qué? Voy a entrar.

La chica se atrevió a levantarse, aferrándose a la mano de Travis. El peligro era inminente; no quería ser deportada ni enfrentarse a la líder de todos. La ansiedad se apoderó por todo su cuerpo.

A duras penas logró establecer conexión con el lector de seguridad, el cual reaccionó con reluctancia al dilatar su iris, emitiendo finalmente un chispazo eléctrico. En ese instante, su amigo se apartó de ella, dejándola sola frente al detector de metales de la agencia secreta.

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