Annabel se encontraba en un torbellino de emociones, confundida y atormentada por sus pensamientos. Se veía reflejada en el espejo, su mirada se perdía en la imagen que le devolvía el cristal, pero su mente estaba lejos, sumida en un caos interno.
El recuerdo de su acción audaz, de esa noche en la que se dejó llevar por un impulso desesperado por saciar un hambre que no comprendía, la invadía. Un nudo en su garganta se apretaba cada vez más, sintiéndose incómoda e irrespetuosa al haberse involucrado con alguien que acababa de salir de una relación tóxica. Se sentía sucia, como si hubiera mancillado algo puro e inocente.
—¿Por qué lo hice? — murmuró con la voz entrecortada por el remordimiento. Se sentía como la tercera en discordia, una intrusa en una relación que no le pertenecía. La idea de haber arruinado algo que acababa de comenzar entre esas dos personas le pesaba en el alma.
El latido acelerado de su corazón era una constante, ahora más fuerte que nunca. Había reprimido esa sensación con fuerza, pero ahora se manifestaba con una intensidad abrumadora, dejándola vulnerable y expuesta frente a sus propios sentimientos.
—-¿Realmente me quieren allí? — se preguntó en voz alta, aunque estaba sola. La ansiedad la agobiaba, las dudas se arremolinaban en su mente.
—Si es así, mis planes se arruinaron... No puede ser. Es tan obvio que me desean y yo no di lo suficiente —susurró, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de ella.
Se aferró al borde del lavabo, buscando sostenerse físicamente ante la marejada emocional. Necesitaba encontrar claridad en medio de la confusión. Era crucial enfrentar las consecuencias de sus acciones
Escuchó la puerta del baño y era Chloe.
—Sé que no me quieres aquí. pero estoy aquí para apoyarte —expresó la chica—. Fue mi culpa, no debí forzarte a esto.
Annabel se congeló por un minuto, le daba vergüenza admitir que lo arruinó. Aun así luego abrió la puerta y correteó para abrazarla.
—Fue mi culpa, estoy asustada —replicó Annabel—. ¿Crees que sería muy exagerado de querer...?
No completó la frase y se aferró al abrazo de Chloe. Parecía una completa inexperta, con dudas existenciales y ganas de reivindicarse.
—No, lo que te afectó fue explotar tus emociones reprimidas —explicó la bronceada—. Annabel, no podemos cumplir las expectativas de la sociedad. Existen personas como tú y como yo, que hacen las cosas de forma diferente.
La alien azul soltó una risa tímida, cubriéndose la boca con las manos.
—No puedo creer que estamos haciendo, al parecer estamos invirtiendo los roles —comentó la castaña de ojos claros—. ¡Qué vergüenza que te hice pasar!
Chloe jugueteó con el cabello de su novia mientras negaba con la cabeza.
—Yo soy la que debería tener vergüenza. Las interrumpí en la oficina y bueno....
Annabel negó la cabeza. Ella misma fue la que invitó a Chloe para resolver malentendidos y al final resultó castroso, porque se dejó llevar por sus impulsos.
—¿Estás segura? Si yo quería que estuvieses ahí conmigo —le agarró las manos—. Lo del encuentro salió de mi control, no fue para nada profesional... Yo solo lo hice para bajar la tensión de mi trabajo y poder persuadir a esa chica en que se reintegre a esta organización para tener más información de nuestro enemigo.
Chloe le volteó la mirada hacia su novia y levantó las comisuras de sus labios. En esta ocasión, observó el sudor de su frente y manos.
—¿Esa es la mejor excusa que me puedes ofrecer? Annabel, lo puedes hacer mejor. Yo te conozco —señaló Chloe —. Está bien no ser una luchadora ruda y estoica todo el tiempo y de querer cariño y atención.
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Lazos de Poder
FantasyKatherine, una alienígena con heridas mentales, refugia su dolor en una vida de fama falsa. Pero dos agentes revelan su realidad, desafiando su percepción en una lucha por aceptar la verdad.