El reflejo

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Capitulo 27

Desde que mis padres me dejaron con mi abuela cuando era un bebé para que pudieran vivir su "sueño adolescente" mi abuela quedó devastada de cómo se encargaría de los gastos ahora ella estando a mi lado, no podía comprar cosas para mí, solo tenía su pensión y su pequeño negocio de pasteles. Pero ella no se rindió y me empezó a criar con todo lo que podía, al llegar a tener 5 años empecé a trabajar con ella en su negocio repartiendo los pedidos que le hacían, iba a la escuela siendo un gran estudiante y trayendo felicidad y risas a mi abuela cuando podía. Todos mis vecinos se sorprendían al ver que nunca he llorado en mi vida, al contrario, siempre llevaba una sonrisa sin importar las circunstancias que tenía en mi vida... Una vida que siempre la veía tan reluciente como el sol.

Pasaron varios años y ahora tenía 17 años, mi abuela y yo aún seguíamos viviendo en la misma ciudad pequeña de siempre, Lost Springs una ciudad situada en el condado de Converse, en Wyoming, Estados Unidos. Me encontraba en el pequeño negocio de mi abuela acomodando unos pedidos en la mochila que tenía amarrada en mi bicicleta, preparándome para salir mi abuela me detiene en seco con su gran voz.

_¡Espera un momento Niccolò!

Me detiene mi abuela cojeando de una pierna apoyándose de su bastón.

_¡Abuela! Ya te he dicho que no te tienes que parar.

_Tonterías jovencito, ¡Aquí tienes la lista de las entregas por si se te olvida algo!

Mi abuela trata de darme la lista pero lo rechazo.

_Abuela no es necesario, yo ya conozco a todos los vecinos, lo que comen, a que hora salen y etc. Será pan comido.

Mi abuela me mira mientras le enseño mi gran sonrisa como siempre y sin decirme nada me golpea con la lista en la cabeza.

_Auch no esperaba ese trato, pero esta bien, ¡YA ME VOY!

Grite mientras arrancaba con mi bicicleta, recorriendo las calles para entregar los pedidos me sentía libre a través del aire y con extendidos gritaba de felicidad... Sin duda era muy feliz. Tocaba de casa en casa, entregando grandes y pequeñas cajas de pastel casero, ya terminando todo regresé para darle el dinero a mi abuela. Pero a lo lejos vi a los matones de la escuela.

_Ohh, bueno es hora de cambiar la dirección, ya que no quiero que le roben el dinero de cuanto esfuerzo hizo mi abuela por él.

Y con una sonrisa en mis labios cambie de calle y llegue a casa.

_ABUEE ¿DÓNDE ESTÁS?

Estando un poco preocupado llamé a mi abuela y, Con un grito de mi abuela respondió desde su habitación.

_ESTOY AQUÍ CARIÑO, SUBE.

Sin más sube las escaleras y entro a su habitación. Mi abuela desde su cama me hace un gesto, diciéndome que me siente junto a ella. Me senté mientras cruzaba mis brazos, veo como empieza a tejer un suéter.

_¿Sabes porqué te llamas Niccolò cariño?

Mi abuela al hacerme esa pregunta puse una cara aburrida, lo que pasa es que mi abuela no para de hacerme esa misma pregunta cada vez que podía y con mi mejor cara le respondo.

_Claro que sí.. Abuela, eso es porque... mí padre es italiano y mi madre de aquí, poniéndome ese nombre en memoria a mi abuelo, por parte de papá.

Mi abuela me mira con una cara un poco aburrida al saber que no me gustaba que me hicieran la misma pregunta.

_¡Si no te gusta que una anciana como yo te digan las mismas cosas, entonces deberías irte!.

CrudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora