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Buenos días estrellita, la tierra te dice hola —sonrío Fermín al entrar a la habitación.

—Buenos días, Fermín -se limitó a contestar.

—¿Cómo está el niño más querido de este hospital?

—Como todos los días.

Fermín lo miró mientras anotaba algo en unas hojas.

—Perdón por no regresar anoche. Tuve que entrar a quirófano de emergencia. Cuando terminé era tarde, ya estabas dormido. —Explicó.

—No hay problema, ayer me sentía cansado.

—Amigo, es momento de dejar esta habitación, Úrsula está afuera esperándote -Fermín, le sonrió a Runar, sin duda había sido una gran noticia para él.

—¿En serio? -Fermín asintió —Excelente, al fin estaré en casa, podré volver a mis actividades y...

—Alto ahí pequeñín —lo interrumpió-. Podrás hacer algunas cosas que no tengan que ver con esfuerzos, tienes fracturados varios huesos, por lo tanto, aun no retiraré los yesos. Tienes que seguir el reposo hasta que estés mejor.

—Ya estoy mejor, por algo voy a salir de aquí. —renegó.

—Vas a salir de aquí porque tu madre lo pidió, se sentirá más tranquila si tú estás en casa, así que será mejor que te cuides si no quieres regresar aquí.

Pasaron algunas horas para que Runar estuviera nuevamente en casa, extrañaba aquella sensación de seguridad que le transmitía su hogar.

No le gustaba mucho estar fuera de su zona de confort, siempre era la misma rutina para él, por las mañanas estudiaba, salía y se dirigía a su entrenamiento, de ahí iba a su trabajo, eso le permitía apoyar a su mamá que trabajaba 24/7, cuando terminaba estas actividades, regresaba a casa a hacer sus deberes escolares, si quedaba tiempo, dormía un par de horas, sino, se preparaba para el día siguiente; Si algo cambiaba, así fuera algo sumamente pequeño, su cabeza comenzaba a dar vueltas y sentía que fallaba en su día.

Muchas personas pensaban que exageraba en sus acciones, pero realmente nadie entendía lo que él pensaba, Amadeo se tuvo que acostumbrar, por eso, ha sido su único y mejor amigo desde que eran pequeños.

—Ya estás en casa cariño —comentó Úrsula mientras ayudaba a Runar a acostarse en su cama.

—Por fin, ya extrañaba esta tranquilidad, en el hospital nunca se está en silencio.

—Lo sé, por eso convencí a Fermín de que te dejara salir, fue un trabajo difícil, pero lo logré.

—Te quiero mamá, gracias por todo. —Como pudo, Runar abrazó a su madre, le dolían un poco los huesos, pero no era nada que impidiera moverse.

—Yo más hijo, eres y serás siempre mi prioridad -intercambiaron una sonrisa llena de cariño—, si necesitas algo no dudes un segundo en decirme.

—¿Y tu trabajo? —Cuestionó Runar.

—Intercambié unos cuantos días de mis vacaciones, así estaré libre para cuando me necesites.

—No era necesario, Deo dijo que iba a ayudarme mientras tu no estuvieras.

—Lo sé, y ya le agradecí, solo que, bueno, no me iba a estar tranquila si te dejaba tantos días solo, además de que Amadeo no es alguien a quien le pueda confiar tu bienestar, con trabajos se cuida el solo.

Runar soltó una pequeña risa, conocía tan bien a su amigo, había ocasiones en las que Amadeo quedaba a cargo de Runar a pesar de ser meses mayor, todo porque no es una persona tan responsable.

In my MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora