Henry

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—Hola, hermanito. Feliz nochevieja— la voz de Leslie me saludó cuando me acerqué el auricular al oído.

—Igualmente.

—¿Cómo estás?— intentaba sonar feliz, pero se la notaba apagada.

—Existiendo, supongo— me encogí de hombros.

Mi hermana suspiró al otro lado de la línea.

—¿Q-qué tal las cosas por allí? ¿No has hecho amigos aún?

—A veces hablo con mis compañeros de habitación. Ya sabes, Theo y Cedric, los chicos que te dije el otro día.

—Ah... Eso está bien. Me alegro mucho...

Silencio.

—Les, ¿puedes dejar de hablarme como si tuviera alguna enfermedad mental o algo así?— bramé con dureza.

—Henry, yo... Sé que todo esto está siendo muy duro para ti pero... No puedes seguir haciéndote esto...

Apreté la mandíbula.

—¿Hacerme qué?

—La directora llamó a casa el otro día... Dicen que te niegas a comer la mayoría de los días, que montas escándalos en todas las clases y has tenido dos intentos de fuga en este último mes.

—¿Y eso qué importa?

—A mí me importa, Henry. Papá está cabreado.

—Que se cabree, me da igual. Ya me ha hecho todo el daño que me podía hacer.

—Hermani...

—Ni hermanito ni pollas, Leslie— interrumpí. —¿Cómo no voy a montar escándalo si tengo que estar aquí encerrado, apartado de la gente que quiero, rodeado de personas que me llaman enfermo por mi sexualidad?— escupí, con los ojos empezando a picarme. —Soy consciente de que no estoy bien, ¿vale? Pero no puedo mejorar, no sé cómo... Han pasado cuatro meses y sigo en el punto de partida, y... No sé como salir de esto, no sé como volver a ser feliz.

No sabía en qué momento había empezado a sollozar. Por el teléfono, escuchaba a mi hermana hacer lo mismo.

—Lo siento, no es tu culpa. Lo siento, perdóname— me sorbí la nariz.

—Te juro... que estoy haciendo todo lo posible para sacarte de allí, Henry. Intento hablar con papá y... No sé, conseguir que te saque de allí aunque sea en vacaciones.

—Da igual. No va a entrar en razón.

—Quizá no, pero no pierdo nada...

—Les, ante sus ojos tengo una enfermedad.

—Lo sé, Henry. Pero...

—No lo hagas, por favor— interrumpí.
—Seguro que con el tema del divorcio está más cabreado de lo normal, te va a terminar pegando...

—Nada que no nos haya hecho ya— se rió, a pesar de todo.

Yo también solté una risa ahogada en llanto. La echaba tanto de menos.

—Niño, se ha acabado el tiempo de llamada, cuelga ya— la señora que siempre estaba en recepción me dio un toquecito en el hombro.

No le importó en absoluto que estuviera llorando, simplemente me miró con asco.

—Te dejo, Leslie. Se ha acabado el tiempo.

—Vale. Te quiero, hermanito. Te prometo que nos veremos pronto.

—Feliz Año Nuevo, supongo— sonreí débilmente y colgué.

Dejé el teléfono fijo encima del escritorio y pasé por al lado de la señora.

That Old Feeling  - Gay Panic #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora