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"Hijo"  

Maldición. Aquella palabra sonaba completamente desagradable en la voz de aquel hombre porque en la de su madre era un recordatorio positivo que le pertenecía en sangre a alguien. Quizás pasaron muchos latidos o segundos en los que se miraron el uno a otro, no pasaban personas cerca, no caían hojas, no corría viento, era como si en ese punto de la ciudad no había vida. Quackity descendió la mirada a su brazo donde el hombre seguía agarrado y con el poco valor que tenía lo movió hacia abajo para dejar de percibir el calar de aquella mano.

Se sentía muy mareado y con ganas de gritar y correr hacia cualquier dirección con tal de no tenerlo cerca pero, de pronto recordó a su madre, el daño que ese hombre le había hecho, lo inseguro que también lo había vuelto y el deseo por acabar con ello le dio un poco de valentía. Bien, no era el niño que se escondía bajo la cama. él podía hacer esto ¡ÉI podía! ¿Él podía?               

—NO me digas hijo, yo no soy tu hijo—Murmuró con la voz lo más masculina posible pero falló en el intento, salió como un suave tono.                  

—Es innegable que eres parte de mi sangre, te pareces a mí y no a tu madre— Se ajustó el abrigo al cuerpo antes de seguir hablando, la diferencia de altura era de al menos 20 centímetros—. He viajado desde América para enfrentarme a mis errores, quiero... quiero que me escuches.                 

—Tardaste 10 años ¿NO?— No quería llorar, quería ser fuerte para imponerse pero Quackity era un hombre emocional así que era impasible no estar parado con los ojos húmedos como un cachorro castigado—. No quiero hablar, déjame por favor.

Retrocedió dos pasos pero él avanzó tres, descansó sus manos en las solapas del abrigo que llevaba puesto y frunció el ceño, un gesto simple pero que disparó a la velocidad de un chasquido cada uno de sus latidos.

¿Y si él lo golpeaba? ¿Y si no volvía a ver a su madre?                   

Ejerció solo un poco de fuerza para imponer la autoridad que no le correspondía y con eso mismo lo llevó hacia la banca más cercana para tener una conversación "relativamente normal". Quackity se odió a sí mismo, su mente luchaba para que reaccionara mientras que su cuerpo se dejaba guiar.

Sintió deseos de llorar ¡Cuán patético era!

—¿Tienes frío? ¿Quieres ir por un poco de café?— Su tono de voz era calmo, persuasivo, cualquiera podía caer ante él si no tenía las agallas para enfrentarse—. No sabes cuanto he esperado esto, hijo yo siempre, siempre quise hablarte pero no tuve el valor yo...— Acariciaba el dorso de su mano derecha, Quackity estaba quieto como una estatua de hielo—. Tengo que admitir que cometí muchos errores, que tardé en darme cuenta que eras tú el único que valía la pena, que al inicio no te quise como debía y que cuando lo supe ya era demasiado tarde, tu madre no nos dejó encontrarnos.                 

Quackity miró la mano de él, endureció la mandíbula y volvió a mirarlo fijamente.

—¿Qu... Qué es lo que... quieres?

—Quiero ser tu papá, quiero... Quiero poder entrar en tu vida y darte todo lo que no pude darte antes, Alexis, dame esa oportunidad, allá en Estados Unidos tienes 2 hermosos hermanos que... que estarían contentos de verte.                  

Sus ojitos se cristalizaron y sus labios se formaron en algo parecido a un puchero mientras sostenía las rodillas en un puño y la pena carcomía su corazón. Qué fácil era para él creer que podía hacer esta, entrar en la vida de una persona de forma invasiva y expresar palabras sin medir cuanto podían dañar.                     

𝘚𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭 𝘞𝘳𝘪𝘵𝘦𝘳 !¡ 𝘙𝘶𝘣𝘊𝘬𝘪𝘵𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora