PRINCESA REBELDE

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OMNISCIENTE

Nacida en una fría noche del año 91 después de la conquista, no tan alejada de sus ancestros se encontraba la princesa Rhaella Targaryen. A temprana edad había demostrada ser una princesa valiente, para el sexto día de su nombre ya no existían cadenas suficientes en el reino que pudiera detener el espíritu indomable que habita en ella. A lo mejor fue elegida por los dioses o marcada por el príncipe pícaro al haberle otorgado dicho nombre en su nacimiento.

Crecía con rapidez y cada uno de sus seres queridos deseaba tenerla solo para ellos, pero nadie como él, Baelon, su abuelo. Quien veía en ella el reflejo del amor que había perdido tiempo atrás y con cada día que pasaba desplazaba inconscientemente a su hijo como padre de Rhaella.

Con cada día que pasaba, la jovencita cuestionaba las acciones de los mayores sin preocuparse de las consecuencias. ¿Cómo hacerlo si tiene quien la custodie? Se escondía entre las cortinas del pequeño consejo y luego contaba todo lo escuchado a su bisabuela, Alyssane, hábito que se había convertido en un pequeño secreto entre ambas féminas hasta que fue descubierta.

Todos estaban preocupados por la seguridad del reino, curiosos y temerosos se preguntaban quien la había enviado a espiarlos o si solo lo hacía por cuenta propia. Temían que la información fuera divulgada y ella temía que reforzaran la seguridad, después de todo, solo quería chismear un poco con su bisabuela. "Hay que tomar medidas extremas contra la joven princesa." dijeron, todos de acuerdos menos el rey.

Rhaella sabía que por mucho que la reprendiera nunca harían nada serie. Su familia siempre estaba ahí para defenderla y, ser una princesa tenía sus privilegios. Jaehaerys intento ser paciente con ella, busco maneras de evitar que su bisnieta se volviera una copia de su hija, Saera.

Por su pequeña cabeza pasaban múltiples formas de poner el castillo patas arriba, sin embargo, la alegría que traía consigo era mayor al descontento, tan pequeña y ya robaba corazones con sus miradas y sonrisas encantadoras. Al final del día las cuidadoras estaban agotadas y aburridas de su trabajo; corretear a una niña que tiene más energía que altura no valía la paga.

Ahora, saltando sobre la cama se encuentra Rhaella. El sino chirriante y las pequeñas risas de complicidad eran todo lo que se podía escuchar dentro de los aposentos de la princesa.

Sus padres casi caían muertos al suelo cuando la vieron, no solo porque estaba saltando sobre la cama, sino por quienes saltaban con ella en sus brazos: dragones. Dos recién eclosionados dragones estaban en sus brazos y ella no podía ser más que feliz. Mucho tiempo espero ella para tenerlos a su lado, los paseos en Vermithor eran buenos, pero volar en su propio dragón sería mucho mejor.

—¡Mira, papá! Esta mañana desperté y estaban fuera de sus huevos. ¿Ya puedo volar con ellos? —preguntó Rhaella, saltando sobre la cama.

Viserys se acercó a ella con preocupación y ternura.

—Aún no puedes volar. Mira sus tamaños, eres más grande que ellos —respondió su padre con cariño.

—Mírate, despeinada y sin bañarte —Aemma se acercó a ella y acaricio su cabello con suavidad—. Debes dejar que tus cuidadoras hagan su trabajo, Rhaella.

—Por supuesto que estoy sin bañar ni peinar mami —dijo con obviedad—, acabo de despertar.

Aemma solo rio y negó con diversión ante la respuesta ingeniosa de su hija. Viserys le quito a los dragones y los dejo sobre la cama cosa que no contento del todo a su hija.

—¿Con cuál de los dos te vas a quedar? —pregunto su madre.

Rhaella, al escuchar esas palabras, miró a su madre como le hubiera salido otra cabeza al lado. No podía creer que la hicieran elegir. ¿Por qué elegir cuando puede tener ambos? Al fin de cuentas es una princesa y por eso debe tener dos dragones, no solo uno.

QUEENCARD ──𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora