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capítulo uno. ( calma antes de la tormenta ) ▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
HABÍA ALGO SOBRE SER PARTE DE LA FAMILIA MAS DE ÉLITE EN EL MUNDO MAGICO que hacía que los nervios de Ascella Black se incendiaran y un chorro de ansiedad fluyera por sus venas. Su apellido estaba escrito sobre rollos de pergamino y libros y su nombre era susurrado entre los individuos que no sabían nada sobre ella, pero ella conocía a su familia. Era una leyenda viviente. Su mera existencia era un milagro ( o, alternativamente, algunos lo describirían como una marca contra la humanidad ) y debería estar orgullosa de ser parte de un linaje tan exclusivo como los Black.
Ascella no se sentía orgullosa. Se odiaba a si misma. Se sentía como si le hubiera robado la foto de una familia perfecta.
Había algo oscuro en ella. Tan joven como era, Ascella podía sentirlo, infiltrándose en su piel y retumbando en su mente, no era de luz. No era buena. Era el subproducto de un amor ilícito entre dos personas en lados opuestos de una guerra y constantemente se sentía deslizándose hacia el lado de la crueldad y la maldad. Ser una Black no era todo lo que parecía; no cuando los últimos miembros vivientes de la familia la odiaba y la eliminaban de su maldito linaje. Para ser honesta, no estaba exactamente negada a eso.
Su madre, de una familia Sangre Pura como la de los Black, no era tan aceptada como Ascella solía pensar que era. En su cabeza, cuando era una mera niña y su mente estaba llena con historias de magia que creía, solía pensar que su madre y padre tuvieron un romance vertiginoso y la muerte de su padre era un resultado trágico de una guerra. Su madre le permitió creer eso hasta que tuvo que ir a Hogwarts.
Susurros eran esparcidos y cosas que Ascella no entendía se infiltraban en su mente inocente. Y Seraphina Laurent, la madre cariñosa y solitaria de una bruja Black prodigio, refutó esa narrativa inmediatamente. Así que, sentó a su hija. Con mirada inocente y retadores irises plateados, Ascella vio a la mujer que adoraba contarle la historia de Regulus Black y su madre, el hombre que llamaba padre, pero no era capaz de llamar Papá.
Era una historia intrigante. Comenzando desde cuando era solo adolescentes envueltos en una batalla de moralidad, Seraphina y Regulus estaban en los lados opuestos pero enredados en una telaraña de amor. Regulus tenía expectativas que se suponía que debía cumplir como el heredero Black y que había fallado. Un amor ilícito con una mujer ( no, una chica porque eran adolescentes ) que amó por la mayoría de su vida y una bebé. Una bebé inocente con las mejillas rosadas que tenía que cargar con el peso de sus errores porque Regulus era temerario.
Sucumbir a la muerte era egoísta pero necesario. Regulus dudada que tuviera dentro de si mismo el poder ver a su hija sufrir por la maldición Black como el resto de su familia.
Regulus deseaba que crecería y sea como Sirius. Sirius era valiente, mientras que Regulus no lo era. Celos solían arañarlo, cuando no era nada mas que un adolescente de mente débil (incluso en la muerte ), todo lo que Regulus podía desear era que Sirius estaba ahí para recordarle que estaba bien. Si su hija resultaba ser como Sirius, entonces había tenido éxito.
