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capítulo seis. ( esta es la temporada ) ▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
FURIA. LA UNICA EMOCIÓN QUE ASCELLA PODÍA SENTIR EN ESE MOMENTO, CHISPORROTEABA Y CREPITABA POR sus venas, un rubor de irritación evidente en sus prominentes pómulos. Quería irse, correr tan lejos como podía, lejos de Harry, Hogwarts; quería acurrucarse en la calidad que venia con la Mansión Laurent.
Ascella Black era muchas cosas, pero ciertamente no era ignorante. Si hubiera estado en los zapatos de Harry, hubiera estado furiosa de que su ultimo familiar vivo traicionara a sus padres con Voldemort, dejándola huérfana. Pero Ascella nunca querría culpar a Harry por algo que estaba completamente fuera de sus manos, y cuando Harry escupió las palabras "Mortífagos," lentamente comenzó a romper la alma ya rota de Ascella.
Porque lo que Harry Potter y Ascella Black no sabían era que Regulus Black había sacrificado su vida la noche del 22 de noviembre, como había dejado voluntariamente a las dos personas que amaba más en el universo, tratando del salvar el destino del Mundo Mágico, inevitablemente llevándose su propia vida con él. Regulus Black era un soldado caído, uno que muchos conocían como cobarde. Y Regulus estaba lejos de ser un cobarde.
Y, aunque odiara admitirlo, Ascella Lyra Black era muy parecida a su familia miserable. Llamativos ojos grises, facciones aristocráticas, y rizos de cabello negro, Ascella era igual a cualquier otro miembro que orgullosamente ( o, en algunos casos, no orgullosamente ) llevaban el apellido Black. Bellatrix Black, Narcissa Black, Andromeda Black, Sirius Black, Regulus Black; no importaba, cada uno de ellos habían sido envenenados con la maldición Black, veneno cayendo en sus sangres carmesíes, manchada de oscuridad. Pronto, sería el turno de Ascella, y el Mundo Mágico estaba ansioso de saber el final de Ascella.
Ascella estaba agradecida que el Expreso de Hogwarts se iría de Hogsmeade a la mañana siguiente, porque la joven Black no podía aguantar ver a Harry, recordar lo que le había dicho en un ataque de furia. Mientras Ascella pasaba por los vacíos pasillos de Hogwarts, habiendo regresado a su soledad, se encontró con que no podía entrar a la Sala Común de Gryffindor, así que rápidamente se giró sobre sus pies y se fue a la dirección opuesta.
Era tarde, las constelaciones brillantes se asentaron cómodamente en el cielo oscuro, emitiendo un brillo plateado tenue en las hectáreas de los terrenos de Hogwarts. Murmurando la respuesta del acertijo, Ascella entró tentativamente a la Sala Común de Ravenclaw, su visión instantáneamente volviéndose cobalto. Libreros desvencijados con varios libros con páginas manchadas de té, viejas historias escritas en ellos, desesperadas de ser leídas. Unos cuantos estudiantes todavía estaban ahí, algunos terminando sus tareas, mientras que otros leían en silencio y hablaban entre ellos, una pequeña chimenea, encantada en un fuerte tono azul, ardía brillantemente.
Ascella se dirigió hacia las escaleras de los dormitorios de las chicas, tocando suavemente una vez que llegó a la puerta del dormitorio de las chicas de tercer año. La puerta se abrió, una confundida Estelle Sinclair apareció en el otro lado, sus cálidos ojos abiertos por la sorpresa. Sus rizos castaños estaban atados en un moño en la base de su cuello, unos cuantos rizos enmarcaban su rostro esculpido. Un jersey de Ravenclaw le colgaba sueltamente alrededor de su figura, un par de shorts rosa bebé casi imperceptible abajo de su jersey tejido, calcetines esponjosos descanso en sus pies.
