Este fic tiene de todo, así que preparen los pañuelos para cuando llegue el momento del drama y angst. Por otro lado, al tratarse de una mafia, saldrán temas delicados y polémicos (drogas, prostitución y asesinatos, entre otros), así que a tener en cuenta.
La sociedad presentada aquí está medio podrida. Se hace diferencia entre omegas coreanos y omegas extranjeros, siendo estos últimos los más despreciados y con menos privilegios. Las cosas se irán explicando capítulo a capítulo, para que no desesperen.
Alteración de edades: Jisoo será menor que Lisa.
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Mi mujer mayor es una mujer mala, pero...
Lisa despertó por la luz del sol pegando en sus ojos.
Soltó un quejido bajo, fastidiada al ser despertada a esas alturas y volteándose para así acurrucarse contra Jennie, pero notó que la cama estaba vacía. Volvió a quejarse, ahora por el dolor en su cadera, sus muslos pegajosos y sucios, y no tardó mucho en parpadear, tratando de acostumbrarse a la iluminación suave del lugar.
Se fijó, entonces, en una nota sobre la almohada a su lado.
Estuviste magnífica anoche, mi amor.
Te devolví la tarjeta. Pórtate bien si esperas que no te la quite otra vez.
Cómprate algo lindo si lo deseas. Te quiero ver más tarde en mi oficina.
J.
Resopló, enderezándose, y la sábana de seda se deslizó hacia abajo por su estilizado e impecable cuerpo, mostrando una cintura delgada, unos muslos llenos de mordidas y un redondo, pero pequeño trasero.
La puerta fue tocada y un rostro joven se asomó.
―Omega Kim ―dijo Jisoo, con su cara avergonzada al verla desnuda, y bajó la vista―, he recibido órdenes de acompañarla en su día de compras.
Hizo un leve mohín al escuchar el apodo. Todos en esa mansión le conocían, desde hace dos años, como Omega Kim, aunque no hubiera ninguna marca en su cuello. Aunque su verdadero apellido fuera Manoban.
Pero todos allí sabían que, de alguna forma, le pertenecía a Jennie Kim. Incluso Lisa lo sabía, a pesar de que la idea todavía no le convencía por completo.
Sin embargo, daba lo mismo. A esas alturas, luego de dos años, ¿qué importaba? Jennie le pagaba muy bien todos los servicios que hacía por ella, pues simplemente era eso: Lisa se prostituía por el dinero de Jennie.
―¿Me esperas, Jichu? ―dijo Lisa, sonriendo media amodorrada por el sueño―. Voy a bañarme y a tomar desayuno. Luego podemos salir.
