besos prohibidos | sebastian vettel
- sus besos sabían a champagne y locura,
sus manos sobre su cintura se sentían correctas,
su aroma a colonia costosa se mezclaba
perfectamente con el olor a deseo de ella.
no era correcto, ya se lo habían adverti...
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—¡Bianca, felicidades!—.
El ambiente de Zandvoort era increíble, los fans de Verstappen teñían el lugar de naranja, las gorras de red bull sobraban, y el fanatismo por el deporte hacía vibrar todo el lugar; la piel de los fanáticos expiraba ansia envuelta en sudor.
También hacía calor, y el vestido de verano blanco de Bianca Wolff giró junto con ella para encontrase con la voz que le había hablado.
—¡Gracias!—Le sonrió a Esteban, quien la miraba con una sonrisa—¿Por qué me estás felicitando exactamente?
—Bueno, ya sabes...—Contestó el francés de manera obvia y una expresión peculiar en la cara—Por tu relación—.
La alemana sintió el mundo caer a pedazos, y abrió los ojos mientras levantaba las cejas, expectante a una confirmación de lo que acababa de escuchar.
—¿Perdón?
—¡Ya sabes! Tú y Seb, ¿o me contaron mal?—Preguntó con genuina vergüenza al ver la expresión de la rubia.
—¿Quién...?—No podía ni formular la pregunta—¿Quién te dijo?
—Pues me dijo Alex, pero esta por todo el paddock. ¿Está todo bien?
—Sí...—Desvió la mirada preocupada de Ocon—Gracias, Esteban—.
Él asintió y la despidió con la mano, viéndola correr por el paddock.
(...)
—¡Sebastian!—Casi gritó la alemana abriendo la puerta del cuarto en el motorhome de Aston Martin.
Había corrido tan rápido como pudo al garage del equipo de Lawrence Stroll. En cuanto llego fue recibida por sonrisas pícaras y murmullos los cuales claramente la nombraban junto al rubio. Trato de no darle importancia, de fingir que no le importaba; y le preguntó a Jimmy si sabía dónde estaba Sebastian.
—¡Esteban lo sabe!—Continuo dándole la espalda al cuarto, cerrando la puerta y desatorando su bolsa de la perilla de esta—¡Todo el maldito lugar lo sabe! ¿Qué va a pensar mi...?—Paró en seco cuando se dio la vuelta, encontrándose con una imagen que no le gustó.
Sentada en la cama junto a su novio estaba una mujer que nunca había visto antes; piernas largas bajo una minifalda negra, el cabello castaño cayéndole por debajo de los hombros. Sus ojos eran verdes, complementaban su piel oliva, y sus labios carnosos tenían el tono de labial que más le favorecía a su cara.
