Planeaciones.

777 115 11
                                    

- Mi trabajo no es muy importante, es trabajo de campo.

- ¿Cómo un oficial? ¿O como un detective privado? - Solo algo emocionado.

- Algo así.- No, más bien era un asesino. Uno que tenía las manos llenas de sangre, manos que aún tocaban a su pequeño niño y que también tocarian a Itadori Jin y sus dos gemelos que tanto amaba.

- Entiendo, tal vez no tengas mucho tiempo así que cuando quieras que te ayude este es mi número.- Murmuró. Pasando una tarjetita con sus datos al ajeno.- Está bien pedir ayuda de vez en cuando, ¿No?

- Si, no está mal. - Y también la necesitaba, más si era de Jin.


Una despedida que dejó una esperanza, una que no desaprovecharía.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


-

¿Estás feliz? Eso es raro de ti.- Murmuró. En sus dedos tenía el cigarrillo a medio consumir, sus ojos se posaron en Toji buscando encontrar algo.– ¿Una nueva conquista tal vez? No ha pasado mucho desde la muerte de tu esposa y ya andas de casanova, que sucio.

- Cállate, mi vida privada no es algo que tú puedas manejar, además somos algo así como socios más no amigos y lo sabes.

- ¿Me estás poniendo límites? - Preguntó.- Como sea...- Soltó una suspiró, observando como el humo de su cigarro se desvanecía en el aire.- Recuerda que eres un asesino y nada cambia eso, puedes hacer lo que quieras siempre y cuando no interfiera con tu trabajo.

- ¿Crees que no lo se? Por esa razón no sabe en qué trabajo, además de no sabe nada de este mundo y así quiero que se quede mientras esto dura.

- ¿Cómo sabes que durará? - Inquirió.- Las cosas son un desastre.

- Intuición.

- La intuición nunca te llevo a ningún lado y lo sabes, pero bueno... Todo por tu pequeño milagro y por esa nueva conquista que te trae de un ala.

Esa noche en especial tenía un trabajo que realizar sí o sí, sus manos se llenaron de sangre, una sucia sangre que se extendía por todo el suelo y empapaba la suela de sus zapatos. El olor se quedaría en su piel por un día o dos cosa que le molestaba.

Observó la palma de sus manos, unas que en días tocarian a Jin y que también tenían que tocar al pequeño Megumi.

¿Por qué le daba tanto miedo? ¿Por qué tenía la necesidad de esconder todo aquello que una vez amó? Si era miedo solo el lo sabía, el y su difunta esposa.



– El amor es un asco.

...

– ¿Y como sigues con ese hombre? – Wasuke ayudaba a Jin cuando esté se encontraba en casa pues el quehacer de todo era la responsabilidad de su hijo y parte de él. Los gemelos dormían así que ellos dos podían charlar sin ser interrumpidos.

Papá Primerizo « ToJin »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora