Corazón lleno

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Te acogí, querido huésped,
mientras besas, hieres y yo aguanto.
Esperaba que me salvaras
y llenaras mi corazón vacío mientras duermo.
No, un juguete es todo lo que ves,
para beber el néctar rancio que aborrezco
y no me permiten descansar.

El ciclo extasiado me marchitó,
como el cuerpo de vidrio se astilla y se arranca,
transformándome en una muñeca gastada.
No hay nadie aquí para mí
Así que debo huir de todos ellos.
Nunca más seré desgarrado
y tal vez pueda ser libre.

¡Todos ustedes, plagas, salgan!
Mi carne no será tuya para que la tomes.
¡No te doy más, así que vete!
Me disgustas con tu toque.
¡Ahora vete! No sea que me escinda,
como tú serás uno que se rompa.
¡Alimañas! Todo para que yo pelee.

Descendió el gran Señor Rubedo.
Se deslizó alegremente por el suelo y rugió
mientras se aferraba y me ataba en su jaula.
Destruyó lo poco que quedaba de mi alma.
¡Y quemé, quemé! Dentro de mí rabia.
Lo cortó con su preciada y alegre espada
para huir hasta el final de Alagadda.

Ahora, delante, veo un Rey Escarlata.
Sus cuernos forman una violenta corona roja.
Él extiende su mano derecha dentada
y la corta, dándome nueva vida.
Haz justicia a los condenados.
Se arrodilla y me envuelve su bata.
Lloré, lo hice. Pronto cantaré.

Nuestro regalo para ti, estas hermosas llamas.
¡Oh, tus gritos son como una canción!
Justo antes de derrotar a vuestros asquerosos señores,
el embajador nos echó.
En este lugar había grandes tesoros.
Los tontos se creían fuertes,
pero es su sangre la que llueve.

Su sangre cálida me hace llorar.
Mi padre me sostiene como a un bebé.
En mi oído, tararea una melodía:
Descansa ahora, mi querida niña.
Susurra, bajo la luna.
Pronto, mis gritos se vuelven distantes
y me quedo dormido en un sueño suave.

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