Capítulo 3: Resaca y super Dani.

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Emma

Escuché entre sueños el sonido del despertador por unos largos segundos, intenté abrir los ojos sin conseguirlo, mis párpados estaban más pesados de lo normal. De repente sentí un fuerte agarre en mis tobillos, y un arrastre fuera de mi cama, por lo que de inmediato mi espalda hizo contacto con el piso de madera. Fue cuando me obligué a abrir los ojos para ver que estaba pasando, y sentí un fuerte dolor de cabeza que me atravesó el cerebro impidiéndome pensar con claridad.

Mi flequillo me impedía ver más allá de mi cabello castaño oscuro, por lo que en un movimiento rápido lo alejé de mis ojos e hice contacto con unos converse, una piernas largas cubiertas por unos leggins negros, una camisa a cuadros atada justo a la altura del ombligo, unos grandes pechos, y por último, el rostro de Kate, quien sostenía en su mano derecha su celular, aún sonando a todo volumen, haciendo que me martillara la cabeza.

—¡Katherine Marie Stone! —grité malhumorada mientras la miraba fijamente—. ¿Se puede saber que haces aquí despertándome de una manera tan sutil? Y por lo que más quieras, apaga ese maldito teléfono, siento que la cabeza me va a explotar en cualquier momento —agregué mientras me masajeaba lentamente las sienes.

Kate me examinó con la mirada y luego sonrió.

—Vamos nena, son las 8:05 y tenemos clases en 15 minutos —dijo mientras miraba hacia la nada como recordando algo, y luego ofreció una media sonrisa llena de culpabilidad— Además, supuse que no te levantarías luego de las copas de más que bebiste ayer, y no quería sentirme culpable si no llegabas a tu primer día de clases, así que vine para asegurarme de que tengas un excelente primer día —agregó dramáticamente mientras se giró para separar las cortinas y dejar entrar la luz del sol. 

¿Qué? ¿Me había emborrachado y ni siquiera recordaba la noche anterior? Voy a matar a Katherine. LA VOY A MATAR.

—¿Cómo que bebí de más? —pregunté sin mirar a nada en específico y tratando de recordar, solo consiguiendo sentir más fuerte el dolor de cabeza— ¡No me acuerdo absolutamente de nada, joder! Y por cierto, presiento que mi día va a ser una mierda. ¡Qué manera de empezar un lunes! —agregué desesperada mientras descansaba mis brazos cruzados en mi pecho.

Había pasado poco más de una semana desde que llegué a Stanford. Ese tiempo había sido algo movido gracias a mi amiga, creo que aprendí a conocerla. Ella ayudó a decorar mi habitación, fuimos de compras, y sorprendentemente aún no me habían asignado una compañera de apartamento, por lo que se ha quedado a dormir un par de días a escondidas de la supervisora del recinto de mujeres, aunque Kate no es de las que se preocupaba por meterse en problemas. Salimos a tomar un par de copas disfrutando nuestros últimos días de libertad antes de entrar a clases, pero no podía creer que habiendo tantos días, mi amiga haya permitido que me emborrachara un domingo hasta perder la conciencia. El día antes de empezar las clases.

Kate miró mi cara con curiosidad por unos segundos más de lo normal y me puse a la defensiva.

—¿Qué con mi cara? —pregunté un poco más severa de lo que esperaba, mientras me empiezo a poner de pie para mirarme en el espejo.

Oh mi Dios. Con solo ver mi reflejo pude asegurar que tuve una noche bastante intensa, o que simplemente me muevo demasiado al dormir.

Mi cabello estaba recogido y totalmente despeinado. El delineador que ayer debió haber estado perfecto, hoy estaba regado por mis mejillas, mi nariz y no se cómo diablos, mi barbilla. Mi labial estaba en toda mi cara, y la sombra, en la frente. En resumen: un total y verdadero desastre.

—Creo que deberías tomarte tu tiempo arreglándote, no importa que lleguemos tarde el primer día —dijo Kate con una sonrisa burlona— además, la ventaja de ser de segundo año es que todos te conocen, solo tengo que hacer unas llamadas y encontraré quién me cubra.

Una Trampa del Destino [TC 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora