Ethan
—¡¿Cómo rayos puedes estar tan tranquilo sabiendo que tu hermana está viviendo con... —dejó la pregunta en el aire por unos segundos, exaltado, congelado en una posición que reflejaba indignación, miró hacia ambos lados, sin mover la cabeza, como buscando una manera de concluir, pero sin dejar de caminar a mi lado por los pasillos de la universidad— con ese tipo?! —concluyó Daniel levantando ambas manos, elevando la voz un poco más en esta última parte.
Su actitud provocó miradas de desaprobación de las pocas personas que allí se encontraban. Unos rodaban los ojos, otros, quiero decir, otras, suspiraban al notar la presencia del capitán del equipo de basketball de la universidad. La primera reacción era comprensible tomando en cuenta que eran las primeras horas de la mañana y que nadie en su sano juicio estaría despierto y feliz. O te levantas temprano, o de buen humor, no se puede hacer ambas simultáneamente. La segunda... No diré nada al respecto. Me miraba reflejando el enojo, la impotencia y la desesperación que lo acompañaban desde la noche anterior.
Desvié mi mirada hacia el final del pasillo. Mi amigo estaba muy inquieto desde anoche, específicamente desde el momento en el que Emma actuara impulsiva y estúpidamente aceptando esa apuesta con ese imbécil. Todo por su maldito orgullo.
Bien, lo admito. Ambos estábamos enojados, solo que nadie tenía por qué darse cuenta.
Consejo de Ethan #1: Nunca demuestres exteriormente cómo te sientes. Siempre tendrás un momento de debilidad, querrás llorar, querrás gritar, querrás demostrarle a la persona que te importa cuanto la quieres. Pero, ¿para qué diablos hacerlo si lo único que obtienes a cambio es la lástima o el desprecio de los demás, así como un corazón roto? Te lo puedo asegurar por experiencia propia. Si no sigues mi consejo te mostrarás vulnerable, y la vulnerabilidad es sinónimo de fracaso.
Si todos siguieran ese consejo comprenderían cuanto sufrimiento y dolor es posible evitar.
Volví a posar mi mirada en Daniel, quien se encontraba caminando unos pasos más adelante que yo, sin molestarse en ocultar la desesperación que sentía ante mi actitud.
—Ella es lo suficientemente grande para distinguir lo que está bien de lo que está mal —dije casual sin cambiar mi expresión y sin pararme. Los ojos de Daniel reflejaban todo lo que dije anteriormente, pero ahora multiplicado por tres.
—¡Ethan, hermano! —espetó desesperado. Su cara se estaba tornando colorada de la furia.
Me alejé de él unos centímetros para poder mirarlo fijamente. Noté que no se había peinado esa mañana, su cabello castaño estaba más desordenado de lo normal. Tenía además, unas pequeñas bolsas debajo de sus ojos, que sólo se podían percibir si lo mirabas de cerca. Ojeras. Alguien no había dormido bien ayer... Le mantuve la mirada por varios segundos, sin comentar nada al respecto.
Utilicé esos segundos para pensar lo que diría a continuación. Algo íntimo, el consejo de Ethan #2.
—¿Sabes lo que he aprendido con el paso de los años? —pregunté sin perder el contacto visual. No respondió—. A nunca hacer lo primero que me llega a la mente en un momento de desesperación, lo que me ha ayudado a no cometer tantos errores. No es que no los cometa, porque soy humano, pero se han reducido grandemente. Lo primero que quise hacer cuando Emma aceptó la estúpida apuesta fue matarlos a los dos: a Dave, por querer aprovecharse de la situación (donde ella está incluida dentro de esta) y a mi hermana por aceptar, ¿Y qué hice? Respiré hondo y me fui —dije alcanzando cierto nivel de desesperación, pero respiré y me calmé al cabo de unos segundos. Debería empezar a escribir mis consejos.
La expresión de Daniel se suavizó ligeramente y solo por unos segundos. Miró hacia arriba. Luego se giró, incorporándose.
—¿Qué estás insinuando? —preguntó entre cerrando sus ojos claros.
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Una Trampa del Destino [TC 2]
RomanceEthan y Emma Rojas: dos jóvenes anhelantes de vida normal que se le dificulta por una razón: ser hijos de Prince Royce y Eimy M., un gran cantante y una destacada artista respectivamente. Estos hermanos deciden partir a una universidad del otro lad...