Cuando el lobo atrapó a su gatito

Final

Más de 8 meses después...

-No me jodan!-grito Bill dándole un golpe a la tierra con su pie desnudo.-Tienen diez segundos para decirme donde diablos esta Tom-

Los cuatro hombres miraban con ojos bien abiertos al lindo Bill,que no ser por el vientre redondito de nueve meses y sabiendo que era la pareja del castaño se le habrían lanzado.

-No sabemos donde esta-se atrevió a responder George. Era un hombre de casi 1.99 de alto, de cuerpo firme y fibroso, al igual que los otros tres guerreros que temblaban bajo la mirada de Bill.

-El dijo que iría a comprarme unas fresas 7 aun no regresa-el pucherito de Bill le arranco un suspiro involuntario a los terribles guerreros.-yo de verdad quiero comer unas cuantas-

-Nosotros lo buscaremos-se ofrecio andreas ,aun a pesar de que acaban de llegar de su vigilancia nocturna.-Regresa a la casa-

La sonrisa de Bill iluminó la mañana de los feroces guerreros. En la manada todos preferirían buscar al joven felino para hablar de las cosas que harían que el alfa pateara sus traseros. Cuando Bill era quien daba las noticias tanto como Tom como Gordon tomaban las cosas con bastante calma.

Bill suspiro,tal vez lo mejor sería dejar el trabajo de búsqueda para los lobos ,el ahora se sentía demasiado pesado para andar buscando a su pareja. Pateando las hojas secas que tapizaban el camino de grava,comenzó a caminar rumbo a su hogar.

La brisa fresca del otoño mecía las ramas de los grandes árboles que flaqueaban el camino dejándose caer sobre Bill las hojas, como si se tratara de nieve dorada. Repirando profundo lleno sus pulmones comprimidos con el aire puro de la mañana. Por lo visto sus bebés también se sentía con ánimos para jugar, ya que empezaron a patear su vientre sin ninguna contemplación.

-Calma bebes-trato de hacer entrar en razón a sus bebés.-Dejen de patear a papi. Necesitamos regresar a la cabaña,tal vez papá ya esté allí con las deliciosas fresas.
Desde el día anterior no quería más que comer frutas y beber agua. La comida le caía pesada o definitivamente no le aparecía. Al sentir que las crias dejaban de jugar a la pelota con sus riñones continuo con su camiseta matutina.

Tardando tres veces el tiempo normal que le llevaría en llegar a la casa, alcanzó la meta. Sentándose con cuidado en la banca que tenía en el jardín, suspiro cansado. A veces todo era demasiado para el. Apenas si había llegado a la mayoría de edad y ya estaba emparejado y con crías en el camino, por que su lobo presumido no podía nada menos que embarazarlo de gemelos.

Secándose unas gotas que se le resbalaron por las mejillas,se dio cuenta de que estaba llorando. Bien cierto era feliz muy feliz a lado de Tom, pero la herida en su corazón sangraba de vez en cuando. Ya había pasado ocho meses desde que su padre lo sometiera a la prueba ante el consejo para saber si estaba esperando un bebé, todavía le daba escalofríos recordar como palparon su vientre,como estrujaron a sus bebés sólo para comprobar algo que el había gritado que era verdad. En las noches a veces despertaba llorando como en cachorro, de no ser por los mimos de Tom, estaba seguro no podría volver a conciliar el sueño nunca más.

El bosque era hermoso, desde la entrada de su hogar tenía una gran vista del lago rodeado por frondoso árboles,ahora pintados se dorado,como si un artista invisible se hubiera tomado el tiempo para alegrale la vista a los mortales. La brisa fresca levantaba la hojas secas que cubría el pateo frente a la casa,llenando con sonidos musicales el ambiente. Cuando Tom estaba fuera, se sentía solo,aunque ese sensación duraba poco ,ya que siempre algún miembro de la manada llegaba con la excusa de "pasaba por aqui" o "horne demasiado",así que te traje algo para que comas".

Sus bebés en su vientre dejaron de moverse,al parecer se quedaron dormidos,Bill estaba seguro que esos pequeños revoltosos pondrían la manada de cabeza apenas nacieran,empezado con su pobre abuela que ya se soñaba malcriando a sus nietos.