SR. JEON┃KOOKMIN [+21] ADAPTACIÓN «El Jefe Y El Ayudante»

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𝐑𝐄𝐆𝐀𝐋𝐎𝐒 𝐘 𝐔𝐍𝐀 𝐒𝐎𝐑𝐏𝐑𝐄𝐒𝐀

El señor Jeon continuó molesto todo el camino hasta casa, donde dejamos atrás el taxi con un contador acumulado de más de quinientos cincuenta mil wones. Yo había tratado de calmar a JungKook con caricias, una plática ligera y un par de bromas, pero él insistía en quejarse una y otra vez de la cena o las vueltas que habíamos tenido que dar, volviendo a enojarse una y otra vez. Al final yo había desistido, dándole mejor un poco de espacio y silencio para que se calmara.

Al cruzar el ascensor hacia el ático el señor Jeon no apartó su mano de mi espalda hasta alcanzar la habitación. Entonces se quitó la gabardina y la tiró a un lado, junto con la chaqueta del traje, antes de sentarse en el borde de la cama y mirarme fijamente.

—Mi regalo, JiMin —exigió.

Terminé de quitarme la corbata y asentí. Salí de la habitación hacia mi antiguo cuarto para agarrar los dos paquetes que había escondido allí y regresar.

—Feliz San Valentín, JungKook —le dije mientras se los entregaba.

El señor Jeon miró los dos paquetes, uno más alargado y abultado y el otro con forma de caja rectangular; pero ambos envueltos con el mismo papel grisáceo y barato que había comprado. Los tomo con sumo cuidado y los puso a su lado en la cama. Me senté y apoyé una mano en la colcha con una expresión preocupada, porque estaba seguro de que aquellos regalos no eran lo que él quería que fueran. Había un concepto muy retorcido en la familia Jeon con respecto a los regalos, y era que el precio de los mismos era lo único que importaba, cuanto más caros, más amor.

—Abre primero el de arriba —le pedí, porque creía que el regalo dentro de la caja era un poco mejor.

El señor Jeon me dirigió una mirada corta por el borde superior de los ojos y agarró el que yo le había pedido. Rompió el papel de regalo y descubrió una tela negra. JungKook frunció levemente el entrecejo y lo sacó, descubriendo una camiseta de manga corta, no especialmente de marca, en la que habían impreso en letras negras y grandes «#TuAmo». Sonreí un poco, pero fue un poco triste. Me había parecido una idea muy divertida cuando lo había pedido, recordar aquella broma que habíamos compartido hacía tanto e imprimirla en una camiseta; pero ahora me parecía estúpido.

JungKook miró en silencio y se quedó así tanto tiempo que me empecé a preocupar.

—Te dije que eran tonterías —murmuré de tal forma que sonó a disculpa.

El señor Jeon continuó sin decir nada. Dejó la camiseta sobre la cama y se empezó a desabrochar la camisa blanca para quitársela, la tiró a un lado junto con la gabardina y la chaqueta, y se probó la camiseta que le había regalado. Le quedaba un poco entallada, pero no le apretaba, solo lo suficiente para marcar su cuerpo musculoso y grande tal como a JungKook tanto le gustaba. Se levantó de la cama y fue hacia el vestidor con paso un poco más rápido del habitual en él. Me levanté y lo seguí, quedándome de brazos cruzados y el hombro apoyado en la puerta. El señor Jeon se miraba frente al espejo con bastante intensidad y con una expresión seria.

—Me dijiste que tu color favorito era el negro —le recordé.

Él me miró a través del reflejo y parpadeó un par de veces antes de asentir con lentitud. Después regreso y pasó por mi lado.

—El otro —dijo con una voz un poco ronca.

Cerré los ojos y tomé una bocanada de aire. Me estaba empezando a sentir bastante mal por no haber ido a una joyería y simplemente haberle comprado algo absurdamente caro; algo que en su mundo dijera «te quiero tanto como esto». Regresé junto a él, pero me quedé de pie viendo como desenvolvía el segundo regalo y abría la caja para descubrir dos figuras. Al principio no lo entendió, porque estaban un poco ocultas bajo fibra protectora para que no se golpearan. El señor Jeon metió la mano y sacó un juguete: una figura de veinte centímetros de altura de un dinosaurio T-Rex, pero con un traje negro hecho a medida y con corbata. El señor Jeon se quedó mirándolo con los ojos un poco más abiertos de lo normal y el pecho elevándose y descendiendo cada vez más rápido bajo la tela negra de su camiseta nueva.