| 𝟑𝟓 |

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𝐄𝐋 𝐀𝐍𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎

Puede que nadie trabajara a dos días de Fin de Año, pero nosotros sí. Al menos por la mañana después de desayunar la comida de campeones que había vuelto a encargar traer del restaurante y el café carísimo a domicilio. Por la tarde, sin embargo, a JungKook le apetecieron mejor otros planes. Cuando me dijo que era suficiente por el día, estaba seguro de que me mandaría esperar en la habitación mientras iba a buscar algunos de sus juguetes a la Habitación del Placer; y no pude estar más sorprendido cuando me preguntó si quería ir a aquella librería tan grande que habían abierto en el centro.

Dije que sí, por supuesto. Igual que al día siguiente cuando quiso, atención, «dar un paseo por el parque». Un paseo por el parque... Me gusto tanto que todavía seguía en shock cuando llegamos al parque de inaguración de Seoul y empezamos a dar una lenta vuelta junto con los que hacían deporte, los que paseaban a los perros y las otras muchas parejas. Aproveché la ocasión para tomarle una foto a JungKook, la primera solo a él, y la segunda juntos. Solo le envié una al señor Lee, la otra era para mí.

El día de fin de año no salimos de casa. Nos quedamos un rato en la habitación, un rato en la sala hasta que llegó el momento de prepararse para la maravillosa fiesta a la que habían invitado al señor Jeon. Nos vestimos juntos en el vestidor y JungKook miró el resultado en el espejo, como a él le gustaba. Yo solo tenía un traje, el gris que había mandado hacer para mí, pero el señor Jeon tenía muchos, muchísimos, y tardó toda una hora en decidirse por cual ponerse.

—Llama al sastre y despéjanos un hueco para ir en algún momento del mes —terminó diciéndome—. Te compraré un par de trajes más y los arreglará para ti.

Ya me había llamado la atención el hecho de que todo fuera «nuestro», pero cuando llegaba el momento de pagar, él era el que me pagaba las cosas a mí. No me gustaba, porque estaba claro que él creía que ser el dueño del dinero le daba poder sobre mí; aunque eso no fuera cierto en absoluto.

—¿Algo que deba saber sobre esa fiesta, señor Jeon? —le pregunté sentados en el taxi. Zirton no estaba en la ciudad y aún tardaría unos días en regresar.

—No te separes de mí y que nadie te toque —murmuró en mi oído, porque, aunque hubiera un cristal entre el asiento del conductor y nosotros, no se podía estar seguro de cuánto se podía llegar a oír.

—Lo normal, entonces —concluí mientras miraba las brillantes luces de la calle.

—Lo normal —afirmó él colocando una mano en mi pierna.

La fiesta de «Ano Nuevo» se celebraba en lo alto del Hotel Gyeon, uno de los más lujosos y caros de la ciudad. Tuvimos que mostrar una invitación especial en recepción y esperar por un acompañante que nos llevó a una sala discreta en la que nos inspeccionó por si llevábamos armas. Yo me quedé en silencio y con las cejas algo elevadas, pero el señor Jeon se lo tomó con bastante calma, así que di por hecho que era lo normal. Solo se molestó un poco cuando me palpó a mí, mirando atentamente dónde tocaba y durante cuánto tiempo. Me pidió que dejara el celular allí, porque no estaba permitido llevar nada con acceso a internet, cámaras ni a sonido.

Después nos llevó a un ascensor y nos deseó feliz año nuevo con una sonrisa.

La sala de la celebración era un gran comedor con preciosas vistas a la ciudad, pero reconvertido en una especie de sala de fiestas con luces apagadas y música alta. Fue un cambio muy brusco y repentino entre la sobriedad del vestíbulo del hotel y la elegancia a aquel... aquel sitio. Había muchos hombres trajeados y muchas mujeres casi sin ropa, muy al estilo Wall Street, pero coreano, suponía.

SR. JEON┃KOOKMIN [+21] ADAPTACIÓN «El Jefe Y El Ayudante» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora