| 𝟎𝟑 |

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𝐋𝐀 𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑𝐀 𝐌𝐀𝐍̃𝐀𝐍𝐀

Esperé dentro del baño unos aproximados diez minutos. Había echado cuentas y, a no ser que el señor Jeon fuera una gran bestia sexual, al ritmo e intensidad con la que lo había oído follarse a HyeBin, tendría que haber acabado ya. Tiré de la cadena y salí al pasillo antes de subir lentamente las escaleras. Me metí a mi nueva habitación y me detuve a escuchar un momento. No se oía nada.

Con un suspiro de alivio me quité la chamarra y la dejé... en el suelo, porque literalmente no había ningún otro mueble que la cama. Me dejé caer sobre el colchón, el cual tembló bajo mi peso y produjo un chirrido en la base. Nada podía ser más increíble...

Cerré los ojos y pensé que, dentro de lo malo, podría elegir todo lo que quería poner allí. Empezaría por un equipo de música y unos buenos audífonos insonorizados. Sí, lo primero de la lista, antes que cualquier otra cosa.

La puerta de mi habitación se abrió con un tirón rápido y seco.

—Ven ahora mismo a mi despacho —me dijo una voz grave y molesta.

Me levanté y puse de nuevo aquella especie de protección de indiferencia y serenidad. Me giré hacia la puerta y simplemente hice un semicírculo para meterme en el despacho del señor Jeon. Él seguía desnudo, pero ahora además estaba sudado, jadeante y manchado con fluidos blancuzcos que no quería ni atreverme a pensar que estaban en su piel.

—Cierra la puerta —me ordenó, sentándose en su sillón.

Hubiera preferido no hacerlo, porque entonces aquel olor a sudor, genitales y semen se haría cada vez más intenso, pero lo hice. Me quedé de pie a un paso de la mesa, ya que no había ningún lugar en el que sentarse. A falta de los bolsillos de mi chamarra, puse las manos detras de la espalda y me quedé en silencio mientras enfrentaba su mirada.

El señor Jeon seguía jadeando, aunque trataba de aparentar que no lo hacía. Una gota de sudor se deslizó desde su cabello negro hasta perderse en su barbilla asimétrica. Era un hombre increíblemente atractivo, de mandíbula fuerte y marcada, ojos redondos y de color cafés claros y aura oscura; sobre todo tenías que estar tan jodido de la cabeza y que preciosas jóvenes como HyeBin hicieran fila para que les pegara y las insultara.

—Nunca vuelvas a desautorizarme delante de mis sumisos, JiMin —me dijo entonces—. Nunca...

—Lo sie...

—Dame una maldita razón para que no te despida y ahora mismo —me interrumpió—. Porque estoy deseando hacerlo.

Entreabrí los labios, pero repensé un par de veces lo que iba a decirle. Yo también me hice una pregunta: ¿Merecía la pena soportar aquello por catorce millones al mes...? Me hubiera gustado ser alguien más ético y menos práctico, alguien capaz de decirse a sí mismo que el dinero no lo era todo y que no lo necesitaba. Pero, la realidad era que, en solo un año tendría tanto dinero que podría vivir tranquilamente sin trabajar los siguientes cinco años si lo deseaba. Sin grandes excesos, por supuesto, pero yo no era un hombre de grandes excesos.

—Es mi primer día, señor Jeon —dije entonces, mostrando una apropiada expresión de arrepentimiento y pena—. Aprendo rápido, y le aseguro que no volveré a desautorizarle delante de sus sumisos ni de nadie. Espero que pueda perdonarme, de no ser así, aceptaré la decisión que tome al respecto.

El señor Jeon no dijo nada, continuó mirándome de ese modo intimidante que quizá funcionara con sus sumisos, pero que no tenía efecto alguno sobre mí. Al fin se movió para recostarse en su sillón. Su expresión era más suave, como si mi respuesta lo hubiera complacido.

SR. JEON┃KOOKMIN [+21] ADAPTACIÓN «El Jefe Y El Ayudante» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora