Samantha Rivera, una chica rubia con unos lindos ojos verdes, aquélla chica siempre jugaba fútbol con sus amigos, un día se enteró que una familia se mudaría a aquél barrio algo pobre, según lo que había escuchado la familia tenía una hija de la mis...
Al siguiente día desperté, miré a mi alrededor y me di cuenta que claramente era la última en despertar, todos ya estaban en su celular, Osvaldo se percató que había despertado y sonrió, ¿Que pasaba?.
-¿Qué, tengo algo en la cara?- El solo se sentó y me miró con la misma sonrisa.
-Te recuerdo que hoy tienes que pedirle el número a la fresa- Mierda, lo había olvidado, ¿Por qué a la fresa y no a otra chica?, pero no tenía de otra, solo asentí y todos empezaron a chiflar, solo los mire enojada.
-No tengo de otra- Todos empezamos a reír hasta que sentimos un ruido en la ventana, cuándo miré era la chica y otras más, se me había olvidado que su cuarto estaba a la vista de mi ventana, estaban lanzando algunas bolas de algo, yo solo la mire y le saqué el dedo de en medio, eras más o menos como 3 chicas incluyendo a Abril eran 4, todas me miraron con una mueca de asco que me hizo reír, todos mis amigos siguieron mi ejemplo y todos estábamos riendo, sabía que sería difícil hacer el reto de Osvaldo.
-La tienes complicada- Yo solo asentí, todos bajamos a desayunar para después alistarnos con ropa cómoda, que consistía en camisa de fútbol y short deportivo, sin faltar unos lindos botines de futbol que siempre nos lucían.
-Bueno, ¿Vamos a jugar antes de pasar yo la vergüenza de mi vida?- Todos asintieron y nos fuimos a la cancha de siempre, duramos jugando 1 hora, hasta que sentimos unas voces y cuando miramos eran las chicas, no podría tener tan mala suerte, sabía que todos me obligarían a acercarme a la fresa.
-Uuuy, llegó el objetivo de Sam- Todos rieron ante las palabras de Osvaldo menos yo, odiaba que me molestara.
-No pienso hacerlo ahora- Todos me miraron riendo hasta que Juan habló.
-Si no lo haces nosotros te llevaremos con ella- Todos asintieron y yo me quedé helada.
-Ahora no- Estaba algo cansada, acabamos de jugar para tener que aguantar a una fresa.
-Dale, entre menos te demores mejor- Todos estuvieron de acuerdo.
-Lo voy a hacer más tarde- Todos tuvieron que aceptar.
-¡Miren lo que tenemos aquí, los nacos del barrio!- Cuándo miré era claramente Abril hablando, era irritante, miré a Osvaldo enojada y el solo sonrió.
-Miren quien habla, la señorita fresita- Miré a Abril sonriendo y ella solo me miró con una mueca de asco.
-Te dije que no me dijeras así- Ella se acercó con sus amigas a mi y yo solo las miré.
-¿Y que pasa si lo hago?, señorita fresita- Ella solo sonrió y sus amigas me agarraron de los brazos y la tercera amiga de Abril solo me miraba sonriendo.
-¡Hey, déjenla!- Escuché a Osvaldo, era claro que ellos venían a protegerme.
-¡No se hacerquen, o les pasará lo mismo!- ¿Qué me iban a hacer?.
-¡Suéltenme, pinches fresas!- Ellas solamente me agarraron más fuerte y me llevaron a un lugar.
-Te enseñaré a no decirme así- Lo único que supe después de escuchar esas palabras es que Abril empezó a golpearme, sus golpes no eran tan fuertes así que no era la gran cosa, después de unos segundos ella se alejó y me miró.
-¿Es todo lo que tienes?- Ella miró a sus amigas y me agarraron más fuerte y de nuevo los golpes, después de unos minutos paró y sus amigas me soltaron.
- Espero que después de esto hayas aprendido- Yo solo me reí.
-Ni siquiera duelen tus golpes, princesita.- Ella me miró enojada y solo se fueron, yo fui con mis amigos sonriendo y ellos me miraron confundidos.
-¿Por qué tan sonriente?- Yo solo reí y respondí.
-No me hicieron daño, los golpes de la señorita fresita no duelen ni un poco- Nos pusimos a reír, después de un rato cada quién se fue a su casa, al llegar fui a mi habitación y me acosté, fue divertido ver como intentaba hacerme sentir dolor.
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De tanto escribir, PUAJAJAJA, les dejo esto y me voy a morir de calor. 🦖‼️
