Capítulo II: Decepcionante

101 10 1
                                    

Comía en total silencio, sentados uno junto al otro a pesar de que no queríamos estar cerca del otro, pero las sillas venían acomodadas de esa manera y cambiarlas de lugar me pareció excesivo. Ya he hecho suficiente para alejarlo, mientras no me hablara todo estaría bien.

Hoy descubrí que soy un total fracaso: no se hacer una simple carne con papas al horno. Apuesto que a Félix le debo parecer una completa inútil ¿Se burlará de mi en sus pensamientos? Apuesto  loque si, él me odia. De seguro debe estar gozando mi pequeña racha de inconvenientes: el corte después de que le dije que no quería su ayuda, o como evidenció mi desconocimiento a la hora de pelar verduras. Debe tener mucho de que reírse, él sabe lo que hace, sabe ponerme nerviosa e indefensa, pero no podía caer así por él, no podía dejar que pensara que mi vida daba cambios brutales con tan sólo su presencia, no le daría esa satisfacción.

Aunque...

La forma en la que me tocaba las manos con extrema delicadeza, pero con una gran pasión, la necesidad de su vos en mi oído, sus jadeos; el recuerdo de mi cuerpo desasiéndose como mantequilla, el temblor de mis piernas, y el calor entre las mismas, las ganas de girarme y besarlo, de pedirle que me enseñara cualquier otra cosa menos cocinar... ¡Dios! Ese chico siempre sabía lo que hacía, sabía cómo provocarme.

Mi tenedor cayó al piso resonando en el silencio de la torre. Estaba tan absorta en mis pensamientos que dejé caer el tenedor que sostenía sin darme cuenta.

¡Diablos!

Estaba por levantarme y agarrarlo, pero Félix fue más rápido. Él se levantó de su silla para agacharse velozmente y tomar el tenedor, lo lavó en el fregadero y me lo extendió, todo sin decir una sola palabra o darme oportunidad de pestañear. Yo sólo lo tomé sin decir  nada, ni siquiera las gracias.

Él es tan caballeroso y atento, pero no puedo dejar que sus gestos amables me flexibilicen otra vez, debo ser fuerte, dura, cortante. La primera vez que me dejé caer ante sus encantos, nada terminó bien entre nosotros ¿Por qué funcionaría la segunda vez?

El solo suspiró triste y se sentó a comer nuevamente. Me sentí muy mal, pero no sabía de qué otra manera mantenerlo lejos. Lo miré sin saber que hacer

¿Le agradezco? Seh ¿Verdad? Después de todo, no me voy a re enamorar de él si le agradezco.

-Gracias - Dije mirándolo.- Por enseñarme a cocinar, por el almuerzo y por el tenedor. También por la ropa, por curar mi dedo y por decidir dormir en el suelo. Has sido muy atento dentro de todo.- Sentí como si el peso del continente entero se hubiera desprendido de mi pecho. No sabía ser mala con él, y cuando lo era, me mortificaba por dentro. Creí que era lo correcto una disculpa, creí que nada podría pasar si me disculpaba, pero Félix pudo hacerme creer otra cosa. Tan solo con soltar esas palabras, se volteó a mirarme como un niñito cuando elogian su dibujo: sus ojos se abrieron sorprendidos y sus pupilas brillaron como esmeraldas rociadas con la luz de la tarde que se colaba por las ventanas, sus labios rosa estaban perplejos en su piel pálida, la cual habías sido dotada de un rubor mágico, su cabello destellaba con el sol, y en general, su cara desprendía la más pura gratitud.

Me sonrojé sin necesidad de que me tocase, como no había pasado en tanto tiempo...

-Para mi es un placer servirte, mi reina.- Félix sonrió mirándome como si pudiera ver mis verdaderos deseos detrás de mis ojos.- Siempre lo será.- Era como si su devoción hacia mi nunca hubiera acabado... y puede que tampoco su amor. Eso es malo para mi, porque yo tampoco lo he olvidado, aún lo quiero a mi lado, aún deseo ser su única chica, aún no supero nada sobre nosotros. Pero debería, yo me prometí acabar con lo nuestro y nunca más volver...

No me puedo volver a enamorar.

Me acomodé nuevamente mirando a mi plato y continué comiendo.

Un Campamento a besos || Feligami (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora