Capítulo 3

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Por la noche vamos juntas al trabajo. Entramos por la puerta del café-restaurante y me quedo pegada en mi sitio.

No. Esto tiene que ser una puta broma

Y al instante en el que nota que no avanzo, Zoe se vuelve y me mira preocupada. Justo cuando abre la boca para preguntar, Jamie habla.

–Hola chicas. Os presento al nuevo camarero. Se llama Zac Black.

Confirmado. Es él.

Definitivamente ha venido a buscarme porque está aquí, en mi trabajo y me mira con Esa expresión.

–Hola. Bienvenido. –le saluda Zoe– Yo soy Zoe, un placer.

Todos me miran esperando a que me presente. Pero no, no pienso hacerlo porque no se merece ni un saludo de mi parte, y ni siquiera tampoco que le mire. ¿Después de lo que me hizo, quiere que le salude? Ni en sus dulces sueños. No me sale de la punta de la nariz. Y casi estoy tentada a quitar la mirada y dejarla en el suelo, o a lo mejor no, porque puede parecer otra cosa como que me dé vergüenza o que agache la cabeza ante él. Ni de coña. No...

Y noto un dolor en las costillas. Sí, Zoe me ha pegado un codazo de los fuertes.

Ella busca mis ojos y me ordena que le dé la bienvenida. Zoe tiene a veces unas miradas de las que matan. Y no metafóricamente. Una vez, cuando una joven pija y rubia vino al restaurante y le habló mal, Zoe la echó una de esas miradas suyas y la rubia agachó la cabeza y pidió disculpas. Dio verdadero miedo.

Todos me miran esperando y yo no tengo más remedio que saludar también.

–Hola, yo soy Cris –y le hago una reverencia irónica.

Se me quedan mirando y él cambia su mirada a una de curiosidad.

Jamie se aclara la garganta para romper el silencio repentino.

–Bueno yo tengo que irme a mi despacho a... da igual. Zoe, ven conmigo.

Zoe me mira un momento preocupada antes de irse.

–Así que Cris, ¿eh? –dice Zac.

–Así que Zac, ¿eh? –devuelvo yo.

Él sonríe.

–No sé por qué, pero me resultas familiar.

¿Familiar? ¿De qué tipo? ¿Él que te hace sufrir?

–De familiar no tengo nada –respondo con mi tono más borde.

–¡Hey! Tranquila. No te he dicho nada.

¿De verdad? ¿Y este quien se ha creído?

–Y... ¿de dónde vienes? ¿Y tus padres? –pregunta tras unos segundos de silencio.

¿Mis padres? Repito: ¿pero este quién se cree que es para meterse en mi vida privada?

– Solo le cuento mi vida a la gente que me cae bien

–¿Y yo no te caigo bien? –pregunta con media sonrisa.

–No

–¿Por qué?

Ups, ¿y ahora qué respondo?

–Porque no –es lo único a lo que mi cerebro lento ha llegado.

–¿Por qué no?

–Porque no y punto.

–¿No te parece una respuesta de niña pequeña? –dice con una sonrisa de superioridad.

Doy un paso hacia él.

–Yo de niña ya no tengo nada. No sé quien te crees que eres para preguntar cosas que no te incumben o siquiera hablar conmigo, pero tienes el derecho vetado. –digo enfadada e irritada a la vez– Trabajarás aquí, muy bien. Pero a mi ignórame y no me hables porque no quiero saber nada más en mi puta vida ¿entendido?

Te elijo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora