02. Casa Shiba

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Su casa solía ser tranquila, silenciosa y aburrida, pero desde que sus pequeños primos se mudaron todo cambió

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Su casa solía ser tranquila, silenciosa y aburrida, pero desde que sus pequeños primos se mudaron todo cambió.

Ran y Rindou habían perdido a sus padres en un accidente de auto, Rindou quedó traumado al haber visto como un alambre atravesaba el pecho de su madre mientras que su padre estaba inconsciente y con sangre en la boca. Ran no llevaba cinturón de seguridad y salió disparado del auto, solo podía recordar lo difícil que fue sacar a su hermano del auto, trato de ayudar a su mamá pero no lo logró y en un parpadeo el carro ardía en llamas mientras Rindou lloraba en la carretera para que alguien ayudara a sus padre.

Ran abrazaba un peluche, peluche que su papá le había regalado ese mismo día.

Fueron meses de terapia y pesadillas hasta que los hermanos pudieron superar eso, aún recordaban el horrible suceso pero podían llevar una vida medianamente normal. Iban a la primera que estaba a lado de la escuela de Yasuhiro y tenían buenas calificaciones, ambos estaban en sexto año y eran muy, demasiado, parlanchines.

—Entonces le pique la mejilla con la varita que encontré en el piso, ¿Y sabes que hizo? Se puso a llorar— Rindou tenía un raspón en la mejilla, pero parecía emocionado por contar cómo se había hecho aquella herida.

Los cuatro estaban en el pequeño comedor almorzando, Ran estaba atento al relato de su hermano mientras que Yasuhiro estaba enviando mensajes a Hakkai y Kakucho por debajo de la mesa para no ser regañado por su madre.

—Cariño, sigo sin entender que tiene que ver eso con tu herida— mencionó Chihiro, una madre ejemplar que era enfermera en el único hospital del pueblo.

Tenía buenos ingresos, tanto su hijo como sobrinos tenían una buena vida, jamás tuvo problemas económicos ni nada por el estilo y la única razón por la que seguían viviendo en una casa de dos habitaciones, dos baños, con cocina, comedor y sala pequeña, era porque la mujer había crecido en esa casa y se negaba a dejarla.

Ran y Rindou no tenían problema en compartir habitación con su primo, en realidad admiraban a Yasuhiro.

—¡La pelusa naranja me golpeó!— gritó emocionado Rindou, con una amplia sonrisa en sus labios.

Chihiro suspiró resignado, había tratado de que sus sobrinos no se metieran en problemas pero era imposible, por algún motivo Ran y Rindou buscaban a unos gemelos para pelear, y los gemelos no se dejaban.

Era la historia de todos los días, los maestros ni siquiera se molestaban en interferir y los padres de los gemelos simplemente se cansaron de regañar a los niños para que dejen de pelear. Era inevitable, los Haitani y los Kawata parecían estar destinados a pelearse todo el tiempo.

—Yasuhiro, ese teléfono— reprendió la mujer, sin necesidad de ver por debajo de la mesa porque conocían a su hijo —En la mesa…

—No se permiten teléfonos— hablaron al unísono los Haitani y Yasuhiro.

Morirò da ReDonde viven las historias. Descúbrelo ahora