2

206 35 10
                                    

Alex Quackity Nevadas.

Hijo mayor (Quince minutos, son quince minutos).

Próximo empresario de la franquicia hotelera de su padre.

Esta arto, pero no, no por trabajos, tareas, o alguna de esas cosas que personas comunes y sin sabor a su vida tienen.

Esta hartó de ver cómo su hermano llora por un chico. ¡Que para variar no es la gran cosa! Solo un tonto brasileño que tiene ojos azules y parece clavado por su amigo Roier.

Esa es otra cosa por la que esta hartó, harto de ver cómo ese brasileño mira a Roier como si fuera la octava maravilla (lo cual no puede ser, por qué el es la octava maravilla junto a su hermano) no lo entendía, osea, ¡Tenía a su hermano! ¡Su hermano comiendo de la palma! ¿Para cambiarlo por Roier? ¿¡Roier entre todas las personas!?

¡Su amor de infancia!

La valentía de esa hombre.

Pero no sientan que soy un mal tipo, no soy un tipo egocéntrico gracias a todo lo magnífico (Yo) y como acto de buena voluntad quise que viera el potencial que tiene con su hermano.

Pero Roier, o bonito y pendejo Roier a veces le cuesta decir que no.

—¿Y entonces?

—Me abrazo, me invitó a una salida pero dije que tenía tarea...

El tiene mucha suerte de que lo ame por qué si no lo mataría con sus podrías manos.

—¡Roier tienes que estás jugando!

Al otro lado del teléfono podía escuchase algo caerse, eso me asusto, no puedo negar eso, pero es Roier, así que el debe de estar bien, el chico con complejo de Spiderman debe de estarlo, además de que lo único que pudo tirar es el plato de comida de su perro Firulais.

—¡Lo siento! Me distraje y tú hermano salió corriendo antes de que pudiera decir hola y hacer que ambos pudieran tener una cita.

Oh, hermanito bobo, bobo y pendejo, debe ser por qué yo me habré quedado con todas las neuronas.

—¡El día solo puede estar más para la chingada! ¡Más hoy que luzu me habló de nuevo! Iuhg.

—Uy, ¿Luzu te volvió a hablar?—Parecia ahora que estaba lejos, seguramente para que no tirará su teléfono como la última vez.

—¡Si! Osea, se que soy muy guapo y soy irresistible, ¡Pero quiere que hagamos las pases! ¡Cuando el sabe que me debe una maldita disculpa por las elecciones de secundaria!

—Carnal, eso paso hace tres años.

—Ya, ¿Y?

—. . .

A veces no entendía por qué decían eso, había sido la humillación más grande que paso, no se habia humillado así desde que no podría ser reina de la primavera en la primaria por qué "solo participan niñas" ajá, como si nadie supiera que ese puesto lo había comprado la marimacha de Rocio, niña poco atractiva para todos en general y que ni siquiera le lucía ese vestido verde.

Iuhg, podía ver ese verde fosforescente en sus pesadillas.

—En fin, me pidió una cita, de entre todas las cosas.

—¿... Y que le dijiste?

Hay mi amor, aguanta esos celos que los noto desde marte.

—Obvio que no, nada que ver, lo mandé a la verga e hice que no se acercara a mi el resto del año.

—Alex, a veces me preocupas más que Ale.

—Pero ale... ¡Joder Ale! ¡Lo deje en la ducha! ¡Se va a matar el pendejo!

—Alex, ale tiene diecicie-

Un golpe de ollo a mitad del pasillo, no dije ni adiós y colgué el teléfono y fui corriendo, aja y como lo supuse, tirado a medio pasillo por no llevar chanclas mi hermano pequeño.

—¿Que te e dicho de las chanclas pendejo?

—Que las use—Murmuro, con esa carita de cachorro desaparado y que me la creería si no supiera que ese pendejo casi hace un mafia en secundaria.

—¿Y por qué estás en el suelo?

—Por que no use las chanclas.

Le ofrecí la mano, el la acepto y lo ayude a pararse antes de darle un pequeño zape, a veces amo y odio que nos parescamos tanto, lo único que nos diferencia es nuestra actitud y nuestras auras, mientras la mía es bullisiosa la suya es tan tranquila, a veces me da algo de nervios.

—Ve con más cuidado, ya sabes que si no te vas a matar, pendejo.

—Lo se, perdón Alex.

Bese su frente con cariño, es mi viva imagen, ¿Por qué no le tendría cariño? Debía cuidarla para que siempre nos dijeran que éramos iguales, no quería jamás que dijeran que no lo éramos, que lo único que nos diferencie fuera nuestros nombres y actitud.

—¿Cómo te van tus clases para derecho?

—Meh.

—¿Y las estra curriculares?

—Meh.

—Okey, me estresas hermanito.

—Lo siento, yo solo quiero estar en mi habitación.

Suspiré, algo que siempre nos iba a diferenciar eran los estados de ánimo, al parecer Ale siempre fue propenso a deprimirse más o estar distante cuando el día iba mal, siempre trato de arreglar aquello, nunca pudo, en secundaria parecía que iba mejorando, pero no fue eso, había visto a su hermano cambiar a una personalidad sería y destructiva a lo mucho, su padre había puesto fin a ello y lo había cambiado en último año de secundaria.

Había conocido a más personas y había visto que mejoraba un cinco por ciento y eso era más de lo que pedía.

—Vamos, debo poner algo en esas ojeras espantosas y tus uñas, dios, ¿Hace falta que lo diga?—Tomo su brazo y nos dirigí a mi habitación, no sin escucharlo rezongar.

—Alex—Habia dicho, mientras alargaba la «e» como niño pequeño.

Solo sonreí y empecé a hacer mi magia con las mascarillas y exfoliantes que tenía en el momento, amaba ser en estas ocasiones tener un montón de estas cosas por concejos de su antiguo asesor de prepa, Rubén la había salvado de tener barros y espinillas en su adolencia y pudo evitarle lo mismo a su hermano pequeño que odiaba todo tipo de producto en su rostro.

Para ser gay era bastante perezoso con su apariencia.

Pero no lo hacía menos gay.

—Vez, lindo y refrescante.

—Veo, veo que estás pendejo.

—¡Ale!

—Yo.

Y si, le di un zape.

Pero no me arrepiento de nada

Pero no me arrepiento de nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El típico ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora